En la actualidad es casi imposible mantener a los niños y adolescentes alejados de las tecnologías, hacerlo, en alguna medida, es limitarlos a un mundo de aprendizaje de ciertas habilidades que son necesarias, teniendo en cuenta el mundo en el que viven. Sin embargo, demostrado está, que el uso excesivo de las nuevas tecnologías es potencialmente peligroso para el desarrollo de estos grupos poblacionales. 

Foto: Joyme Cuan

Los niños y adolescentes dominan (muy bien) los dispositivos tecnológicos. Lamentablemente muchos padres le facilitan estos “aparatos” para jueguen y así mantenerlos “entretenidos”. El esparcimiento es válido, sí, y el juego –indiscutiblemente– tiene un papel fundamental en el desarrollo de los más pequeños y un poco más grandes.

Pero, en esta ocasión, quiero referirme específicamente a los videojuegos. Afortunadamente en Cuba varias instituciones han desarrollado videojuegos que incitan a la educación y no a la violencia; promueven la cultura y no la guerra, pero aun así, se debe dosificar el tiempo en el que los consumidores y/o jugadores –en este caso niños y adolescentes–, se sumergen en el mundo tecnológico, un mundo de “fantasía” que puede crear adicción y terminar en una triste realidad, porque ¿todos los videojuegos son saludables?

Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó –por primera vez– en la Clasificación Internacional de Enfermedades la adicción a los videojuegos. 

La discusión sobre si los videojuegos favorecen o perjudican a los niños y adolescentes es amplia. Existen estudios que han enumerado los efectos beneficiosos que producen estos productos, pero cuidado, no debemos despreocuparnos… 

Foto: Joyme Cuan

La Revista Bimestral de los Joven Club de Computación y Electrónica, en su edición No.7 del año 2008 apunta que: (…) el uso de los videojuegos ha creado polémicas por el contenido con el que el jugador interactúa: violencia, sexismo, racismo y otros “antivalores” que dan lugar a debates sobre el impacto negativo o positivo que podrían ejercer sobre el usuario (…). De ahí se deriva la creciente preocupación (…) con respecto a los posibles efectos de los videojuegos. Los argumentos varían desde afectar la personalidad del jugador por el uso continuado de videojuegos, confundir la realidad con la ficción, el aislamiento y no socialización, hasta justificar el uso de la violencia (…)”. 

Claro está, no quiere decir esto que todos los niños y adolescentes reproducirán lo que ven o “hacen” en los videojuegos, pero sí es necesario tener estos aspectos presentes. Hago un llamado de atención a aquellos padres que tienen el equivocado criterio de que los niños solo pueden entretenerse con la tecnología y los videojuegos o que los adolescentes “están en su mundo” y que dentro de él están a salvo. Así que padres: atención.