La vitamina E es un importante nutriente que beneficia la visión, la reproducción y la salud de la sangre, el cerebro y la piel, pero su principal función descrita es la de antioxidante natural porque reacciona contra los radicales libres y protege el tejido corporal del daño causado por estas sustancias. 

Generalmente, obtenemos la cantidad suficiente de ella a través de una dieta saludable y equilibrada, pues está ampliamente distribuida en muchos de los alimentos consumidos a diario.
La vitamina E, del grupo de las liposolubles, fue descubierta en 1922 cuando se observó que curaba problemas reproductivos en ratas alimentadas con una dieta rica en aceites vegetales, de ahí que sea identificada como 'la vitamina de la fertilidad'.
Sin embargo, la sustancia química que causa estos efectos no se conoció hasta 1878, y se denominó tocoferol -'toco significa nacimiento, y ferol quiere decir producir o dar a luz'.
Esta función antioxidante es fundamental para evitar la oxidación de las grasas, lo que se denomina 'enranciamiento', y ocurre con mayor facilidad 'en las grasas poliinsaturadas presentes en los alimentos de origen vegetal, como los aceites o los frutos secos'.
Otra de las funciones de la vitamina E es la estimulación del sistema inmunitario, además de ayudar en su función a la vitamina K, anticoagulante, previniendo la formación de trombos; y a la vitamina A, evitando la oxidación de esta en el intestino.
Lo cierto es que el cuerpo necesita de la vitamina E para ayudar a mantener el sistema inmunitario fuerte frente a virus y bacterias que lo invaden pues interviene en la formación de los glóbulos rojos y en la construcción de los huesos y tejidos saludables a través de las proteínas.

Según describe el Instituto de Salud de Estados Unidos la vitamina E ayuda a dilatar los vasos sanguíneos, y a impedir que la sangre se coagule dentro de ellos.

Por su parte la Fundación Española de Nutrición comenta que juega un papel importante protegiendo a la vitamina A, a la vitamina C y a los ácidos grasos poliinsaturados de los alimentos de cambios no deseables, y producidos como consecuencia de la oxidación.

Mientras que la Fundación Española del Corazón subraya que puede ser útil para prevenir el desencadenamiento de algunas formas de cáncer, enfermedades del corazón y el hígado, la demencia y el accidente cerebrovascular, pero aseguran que para confirmar esto son necesarias más investigaciones.

Fuentes de vitamina E

En los productos animales se almacena en la grasa y en los vegetales, normalmente, en semillas y en las hojas verdes.

Cuenta con una amplia presencia en los alimentos, principalmente en los frutos secos -especialmente en las almendras, nueces, pistachos y avellanas-, en las semillas de girasol y calabaza, verduras, frutas -como el aguacate y mango- y hortalizas.

También se halla en los aceites vegetales de trigo, soja, de girasol y de oliva, en los garbanzos, las lentejas, los cereales -principalmente el trigo, la avena y el arroz integral- la mantequilla y el huevo.

Y además las frutas desecadas como los albaricoques, las pasas, el melocotón, los dátiles o los higos son muy ricos en vitamina E.

Las grasas animales como el aceite de hígado de bacalao, los pescados y las vísceras también son fuente, aunque en menor medida, de vitamina E.

¿Qué pasa cuando hay déficit de vitamina E?

La deficiencia de vitamina E es poco común en las personas sanas, la mayoría de las veces está relacionada con ciertas enfermedades que causan una mala absorción o digestión de las grasas o por anomalías genéticas.

Según el Instituto Nacional de la Salud de México, 'tener poca vitamina E en nuestro cuerpo puede causar daños en los nervios y en los músculos con la pérdida de movimiento corporal o la sensibilidad en los brazos y en las piernas, pérdida de control del movimiento corporal, debilidad muscular así como problemas en la visión'.

Datos de la universidad estadounidense de Oregón, describen entre los síntomas por déficit incluyen ataxia inducida, neuropatía periférica, debilidad muscular, y daño a la retina del ojo.

Especialistas coinciden que las necesidades de vitamina E deben cubrirse a partir de fuentes alimentarias que la contienen de modo natural, sin necesidad de recurrir a suplementos o alimentos fortificados.

Otros beneficios y algunos consejos...

Muchos consideran que juega un importante papel en ciertas afecciones relacionadas con el envejecimiento por lo que es común encontrarla como complemento en cremas, aceites y compuestos dietéticos.

Por lo cual al ser asociada a la juventud y belleza de la piel, la vitamina E puede ser aplicada directamente sobre la piel con sus cápsulas, para combatir el envejecimiento y las arrugas, siempre aconsejado por un profesional de la salud.

Como es una vitamina liposoluble no importa cocinar los alimentos, aunque si son calentados en aceite sí pueden perder todo el componente, tomarlos crudos es la mejor opción y se recomienda ingerir las semillas después de sacadas de la cáscara.

Por otro lado, los rayos del sol destruyen la vitamina E, por lo tanto, hay que intentar conservar los alimentos alejados de la luz.

Y es que aunque tiene una elevada resistencia al calor y a la acidez, pero presenta una gran sensibilidad a la luz y al oxígeno, por lo que los alimentos que la contienen suelen envasarse en recipientes cerrados y oscuros para protegerlos de los radicales libres.

(Tomado de Prensa Latina)