Desde la antigüedad, la calabaza era un alimento muy valorado por los nativos americanos debido a sus excepcionales propiedades nutritivas y medicinales, en especial sus semillas, que por lo general desechamos, son consideradas beneficiosas para la salud, por ser una importante fuente de proteínas, ácidos grasos y aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales. Poseen propiedades antiinflamatorias, emolientes y antiparasitarias. Por eso, si aún no ha picado la calabaza que compró recientemente en el mercado, no haga caso omiso cuando alguien le diga: guarde las semillas.

Un cuarto de taza, contiene casi la mitad de la cantidad diaria recomendada de magnesio, que participa en una amplia gama de funciones fisiológicas como la creación de Trifosfato de adenosina (ATP), las moléculas de energía de su cuerpo. La síntesis de Ácido Ribonucleico (ARN) y de Ácido desoxirribonucleico (ADN); el bombeo del corazón; la formación adecuada de los dientes y los huesos; la relajación de los vasos sanguíneos y el funcionamiento apropiado del intestino. Este mineral ayuda a prevenir el ataque cardíaco y los accidentes cerebrovasculares.

Una onza de semillas contiene más de 2 mg de zinc, mineral que interviene en el crecimiento y la división celular, el sueño, el estado de ánimo; los sentidos del gusto, olfato y la vista; la salud de la piel, regulación de la insulina, combate la osteoporosis, contribuye a la salud de la próstata y a la función sexual masculina. La deficiencia de zinc puede provocar un aumento en los resfriados y la gripe, fatiga crónica, depresión, bebés con bajo peso al nacer, acné, problemas de aprendizaje y bajo rendimiento escolar en los niños, entre otros.

Poseen vitamina A, C, K, algunas del complejo B y ácido fólico. Además, antioxidantes que frenan los radicales libres, los cuales dañan las células, por ende, su consumo ayuda a retrasar el envejecimiento. Son muy ricas en fibra por lo que contribuye a reducir el colesterol en sangre y a evitar el mal funcionamiento intestinal, evitando el estreñimiento.

Contienen ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6, lo que disminuye el colesterol malo (LDL) y aumenta el bueno (HDL). Pueden beneficiar el hígado y al sistema inmune, combatiendo algunos tipos de cáncer, la diabetes, y alivia los síntomas de la menopausia en las mujeres.

Son una fuente rica de triptófano, un aminoácido que el cuerpo convierte en serotonina, y esta, a su vez en melatonina, la hormona del sueño, cuya deficiencia puede provocar insomnio y depresión. Comer semillas de calabaza pocas horas antes de ir a la cama, junto con una fruta pequeña, podrían proporcionarle a su cuerpo el triptófano necesario para la producción de melatonina y serotonina a fin de promover un sueño reparador.

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Algunas maneras de consumirlas

Crudas: Se pueden comer sacadas directamente de la calabaza con cáscara o sin cáscara. Se debe tener la precaución de masticarlas muy bien, ya que a algunas personas les puede ocasionar malestar estomacal.

Horneadas: el horno debe estar a una temperatura de 190 grados Celsius. Primero se debe separar las semillas de la pulpa de la calabaza. Limpiarlas con un chorro de agua o remojarlas un par de horas, pasar por un colador, secarlas y colocarlas en una plancha para horno. Puede sazonarlas o no, con un poco de curry, pimienta o sal. Si las prefiere dulces, le agrega clavo de olor, canela o nuez moscada. Póngalas en el horno 20 minutos hasta obtener un color dorado, con una textura crujiente.

Tostadas: Precalentar el horno a 200 grados Celsius. El procedimiento es separar las semillas de la calabaza, y se las hierve en agua durante 10 minutos, luego se escurren y se colocan en una placa con aceite de oliva (de ser posible) y se mezclan. Hornear de 5 a 20 minutos.

Acarameladas: Se fríen las semillas en aceite de oliva en una sartén y cuando empiezan a saltar se le agrega una cucharada de azúcar en la sartén para que se caramelicen. Tenga en cuenta que así tienen más calorías y hay que consumirlas con moderación.

Agregada a preparaciones: Como sopas, guisos, para espolvorear con un puñado las comidas en reemplazo del queso rallado. Se pueden consumir mezcladas con yogur, leche, o ensaladas de frutas. Tostadas se pueden incluir en ensaladas y en rellenos.

Harina: Se obtiene moliendo las semillas sin necesidad de tostarlas, esta se puede utilizar para hacer alguna preparación. Recomendada especialmente para personas con la enfermedad celíaca u otras que requieran una dieta libre de gluten.

Leche: Es una opción de desayuno o merienda sin lactosa. Se prepara con las semillas tiernas, crudas y peladas, remojadas previamente en agua. Se baten las semillas con agua, azúcar prieta, canela o vainilla en polvo. Luego se debe colar. Se puede conservar en el refrigerador durante dos días, en un recipiente tapado.

Vale aclarar que este texto es solo informativo. Para consumir cualquier alimento, aunque sea natural, debe consultar a un especialista, sobre todo para suministrarlo a niños, mujeres embarazadas o durante el período de lactancia.