Luisa Oneida Landín Ramos es poeta, guionista y promotora cultural. Miembro de la Uneac y vicepresidenta del Grupo Ala Décima. Se licenció en Estudios Socioculturales. Ha publicado los libros de poesía Poemas, La Habana tiene más de un jueves y Marcas de Agua, Muchacha que baila sobre mis papeles I, Paisaje en azul. Su obra aparece recogida en el e-book La Habana tiene más de un jueves, y en varias antologías nacionales y extranjeras. También ha escrito narrativa para niños y jóvenes. Ha merecido importantes reconocimientos por su obra, tanto nacionales como internacionales. El poema que se presenta en esta ocasión aparece en la antología Fugas y, aunque fue escrito en 2015, demuestra que el buen arte no tiene límites en el espacio y el tiempo.
Y yo tan lejos del cielo
Contra el fin de las cosas yo debo lo que soy
Paul Eluard
Qué tan lejos del fin
y del comienzo
sostiene el cuerpo de una despedida.
La certeza de no ser la suicida que camina
hacia el borde del suspenso.
Somos humo esparcido en el incienso
estela de un velero en niebla espesa
travesía azarosa en su rareza a merced
de un punto desconocido. Así vamos en eco sostenido
sin saber de qué lado se regresa.
Me espanta la sobriedad de los días
por venir
a tientas puedo seguir sorteando
la soledad.
Son sinuosos en verdad los ríos del aguacero.
Desde un silencio agorero miro detrás del cristal
las gotas que en espiral se alejan sin asidero.
Acaso el alba es quimera de un paisaje enrarecido
por todo cuanto se ha ido tras un adiós y otra espera.
Mi reloj de blanca esfera sabe del tiempo que embiste tempestades. Aún insiste con manecillas inquietas
imitar a los cometas
por esa luz que persiste.
Por qué tanta vanidad se aferra en el ser humano
por qué la luz del hermano padece en la oscuridad.
Por qué la escasa humildad quiebra el valor de lo bello.
Por qué dañar si con ello se conduce a lo inseguro.
El bien brota del oscuro desde el más fino destello.
Será la intangible puerta una hendija sin edades
barredor de las maldades hacia segura compuerta.
Como una loba despierta salgo a beber la mañana
Bebo el rocío que emana desde el sudor de mis pasos.
El día ofrece sus brazos su amanecer
mi ventana.
Querido Dios:
Veo un muro
suma de miedos despojos
de silenciosos cerrojos semejante a lo inseguro.
Contigo guardo el conjuro de cambiar la realidad.
Acaso hay en tu bondad algún hilo transparente
que junte lo diferente con la palabra unidad.
Querido padre:
No Dios
pero eras mi mago el bueno
quien cultivaba lo ameno con el tono de su voz.
Fui tu ayudante precoz la posteridad que llega.
Sabías en cada entrega el precio de la justicia.
Nunca ocupó la codicia el vientre de tu bodega.
Querida madre:
En tus manos un vestido zurce el tiempo.
Lejos de todo a destiempo vuelven afectos cercanos.
Los gritos de mis hermanos tras el gorrión que se aleja.
Puntada cose en tu ceja preguntas:
---A dónde van las cosas que ya no están
cuando la suerte nos deja.
Querido cielo:
No más
Cleptómanos altos precios
de tiempos por venir necios portadores del jamás.
Habrá un remanso de paz ---estrella reparadora
de sensatez--- a esta hora de pandemias y desastres.
Cordura ante algunos lastres. No pido más.
Tu deudora.
A los sueños quién renuncia. Quién del amor no se labra. Quién desecha la palabra que en la ternura pronuncia. Guerra reclamo denuncia cambios de clima deshielo. Dios padece. Con qué celo pregunto en su puerta esquiva: Por qué tan a la deriva y yo tan lejos del cielo.