El ataque estadounidense contra los servicios médicos internacionales de Cuba persigue dos propósitos: 1) desacreditar un esfuerzo solidario desarrollado desde la década de los 60 que, con el compromiso meritorio, y el brío personal y colectivo de decenas de miles de profesionales y técnicos cubanos, ha prestado servicios de salud en más de 70 países, con los cuales se ha salvado de la muerte o aliviado la vida a millones de personas; 2) privar a Cuba de ingresos absolutamente legítimos que, por servicios prestados en países con economías más prósperas que la cubana, se destinan al sistema nacional de salud.

La agresión descansa en falsas afirmaciones y en la fabricación de testimonios aportados por un grupo minúsculo y contratado de testigos. Ignora los testimonios de la gran masa de profesionales cubanos, de los pacientes beneficiados, de las comunidades donde prestan servicios. de los gobiernos que reclaman esa cooperación y de autoridades del Sistema de las Naciones Unidas.

Descansa también en provocar confusión y desinformación, al ocultar que, en los casos en que las entidades del sistema nacional de salud reciben ingresos por la labor de los profesionales cubanos, se sigue una práctica que es común en buena parte del mundo, incluyendo Estados Unidos, cuando agencias privadas y gubernamentales reciben ingresos por los servicios prestados por personal contratado por esas agencias.

Hoy, la agresión se ha escalado a una mayor dimensión, con la amenaza a gobiernos soberanos que serán objeto de represalias estadounidenses por actuar dentro de sus prerrogativas nacionales para responder a necesidades de sus propias poblaciones sobre la base de acuerdos de cooperación que son absolutamente legítimos.

(Tomado del Facebook de Carlos R. Fernández de Cossio)