El pueblo estadounidense, en ocasiones demostró, que movilizado era capaz de frenar la demencia guerrerista y descontrolada de algunos de sus gobiernos. Las multitudinarias marchas durante la guerra impuesta por Washington a Vietnam es uno de los ejemplos más representativos; entonces madres, descendientes y compatriotas de miles de jóvenes reclutados en esa cruel invasión dijeron ¡Basta!, vieron morir a sus hijos y llegar decenas de incapacitados ante la locura belicista de una administración invasora, y de seguro no avalarán otra ignominiosa guerra para mandar a la muerte a sus allegados, menos aún tan próximo a sus fronteras, algo que al parecer no ha comprendido la Casa Blanca.
La demencia criminal contra la tierra de Ho Chi Minh trajo consigo la destrucción y muerte de miles de niños, mujeres y ciudadanos inocentes vietnamitas tras bombardeos con productos químicos, letales, una práctica de exterminio en masas, un genocidio similar a la que ejecuta en esta centuria el fascismo israelí, contra el territorio de Gaza.
Igualmente, los efectivos militares norteamericanos diseminados por el mundo vulneran derechos internacionales de los pueblos soberanos. Han invadido entre el siglo XX Y XXI decenas de países con pretextos burdos e inconsistentes como el que ahora tratan de imponer sobre la lucha contra el narcotráfico en Latinoamérica y el Caribe, pero nadie tiene duda que su propósito esencial es apoderarse del petróleo de Venezuela.
Y por si fuese poco, una de sus congresistas, María Elvira Salazar, de manera cínica e inmoral ha declarado esas intenciones públicamente, como cualquier ladrón robar el petróleo venezolano, solo concebido en mentes enfermas de ambición y desvergüenza.
Pero lamentablemente y particularmente en el sur de la Florida pululan gente como esa, que no han sido capaz de enfrentar, contundentemente, los abusos, persecución y encarcelamientos contra migrantes, tampoco el tráfico de estupefacientes local, y además, han sido parte activa de promover que ciudadanos de varios países como Cuba, (principal víctima de actos terroristas desde EE.UU., de subversión y campañas mediáticas de desinformación y falacias), hayan confiado en la férrea propaganda de alcanzar el “sueño americano”. Y esa ilusión es hoy una terrible pesadilla para millones de seres humanos que buscaban mejoras económicas por proceder de naciones pobres, o bloqueadas y asediadas, visceralmente.
Una demostración de prepotencia y fanfarria belicista se observa actualmente en aguas del Caribe, una vez más alude Washington al pretexto de combate a las drogas, como ayer para imponer designios y bases militares en Colombia y otros países, pero lo que se constata por la opinión pública mundial son las acciones extrajudiciales realizadas de forma impune, asesinando personas desconocidas, sin presentar prueba alguna de sus vínculos con narcotraficantes, ni de sus orígenes. Todo un accionar picaresco y delincuencial, un crimen de lesa humanidad, mienten a su pueblo, a sus contribuyentes, y a la comunidad internacional.
De ahí que esperamos que los ciudadanos norteamericanos decentes, y de buena voluntad reflexionen ante las nuevas y continuas barrabasadas que viene promoviendo su administración las cuales abarcan no solo medidas antisociales y recortes contra su población, sino que degradan a esa nación con las reiteradas disposiciones que dañan otros Estados independientes.
Aplican desmedidos aranceles, métodos draconianos, chantajes, amenazas, sanciones, bloqueos y asedios que ponen en riesgo, no solo la paz regional y mundial, sino también la de su propio pueblo que puede verse involucrado en otra contienda bélica, por capricho y arrogancia, de centros de poder e intereses pedestres de usurpadores de recursos de otros pueblos.
El pueblo estadounidense precisa conocer la esencia antidemocrática y quebrantadora de derechos humanos que se sigue imponiendo en Norteamérica y cual vulnera su propia Constitución, como el apoyo incondicional a genocidios contra los palestinos, y la anti diplomacia o actuar como pirañas que impera en su Secretaría de Estado, la peor y más incapaz de los últimos tiempos por la falta de profesionalidad y comprometimiento con los más ultra reaccionario de ese país, la mafia miamense.
Ese clan extremista antepone sus anhelos y ambiciones personales, a los de la inmensa mayoría del pueblo norteamericano que desea buenas relaciones con sus vecinos de América, no solo con Cuba, sino con todos los pueblos, hastiados de las gestas ofensivas de Washington que alcanzan record mundial.
La humanidad apuesta a la paz, las relaciones armónicas entre naciones y a un desarrollo sostenible para todos los países del conglomerado de las Naciones Unidas. No a las guerras y a los promotores de destrucción y muerte.

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