La situación de beligerancia en Europa con la guerra entre Rusia y Ucrania, y la desenfrenada cruzada de exterminio e invasión de Israel a tierras palestinas y al Líbano se torna cada vez más peligrosa ante el incremento de acciones militares con tecnología avanzada que no excluyen áreas próximas a zonas nucleares.

Y en vez de fomentarse el diálogo civilizado entre las partes en conflicto los patrocinadores de entrega de armas a Ucrania e Israel, miembros de la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza, acercan un posible holocausto en esas regiones al proporcionar armamentos muy letales, algunos prohibidos internacionalmente por sus consecuencias para la supervivencia de la civilización humana.

Estadistas e investigadores internacionales que han profundizado en el estudio sobre las consecuencias que puede acarrear la extensión del conflicto militar entre Rusia y Ucrania han señalado que la situación de beligerancia en la cual participa también Europa y Estados Unidos con su apoyo incondicional y entrega de armas a Ucrania por parte de los miembros de la OTAN, con Estados Unidos al frente, acercan un posible holocausto en la región europea y quizá más allá de esas fronteras.

La preocupación que expresan personalidades y autoridades responsables de naciones del mundo está relacionado con la superioridad en armamentos de disímiles capacidades y distancias de operatividad que pueden alcanzar hoy muchas de las tecnologías a aplicar por los contrincantes en las guerras contemporáneas.

El alcance de las armas modernas es sin dudas mayor a lo acontecido durante la II Guerra Mundial, de ahí que seguir proporcionando, reiteradamente, armamentos al gobierno ucraniano e israelí artefactos letales y prohibidos por su incidencia en la supervivencia de la civilización humana, resulta un gravísimo error en esta era contemporánea con notable desarrollo tecnológico y digital lo cual puede revertirse en la aceleración de la destrucción y desaparición de la vida en todo, o gran parte, del planeta.

No deben olvidarse jamás las enseñanzas de frases populares tradicionales y sabias, como; “Cría cuervos que te sacarán los ojos”, y Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, lamentablemente, ha resultado ser un producto del paternalismo de Washington con su incondicional aliado, el hoy engendro de Tel Aviv que no respeta ningun principio ni precepto internacional de los dispuestos por las Naciones Unidas.
La historia refrenda con recientes ejemplos, cómo se han suscitado acciones terroristas en determinados lugares por parte de sicarios y mercenarios, antes entrenados, contratados y patrocinados por centros de poder al servicio de potencias occidentales, en pueblos de Asia y Oriente Medio.

También hay hechos que demuestran el resurgimiento de prácticas fascistas y de segregación racial en algunos países, símbolos nazi vuelven a observarse en la palestra pública con movilizaciones de extremistas aglutinados en determinados círculos de llamados “combatientes nacionalistas o por la libertad” que todavía se constatan en algunas naciones del mundo, particularmente en Europa, y también en EE.UU con grupos racistas afines a la ideología de superioridad étnica. Lo acontecido con el asalto al Capitolio, Congreso en Washington, hace alrededor cuatro años atrás, fue solo una muestra preocupante del extremismo y la violencia que allí se está generando.

En un contexto internacional de crisis en valores y particularmente en la economía mundial se impone como nunca antes priorizar los esfuerzos por conquistar la paz en cada uno de los diferendos y guerras en desarrollo. Pero esa impostergable armonía debe lograrse basada en el respeto a los principios de autodeterminación de los pueblos, la no injerencia e intervención en los asuntos internos de otros países, y en la colaboración recíproca, complementaria y solidaria hacia diferentes ramas del conocimiento.

Los que con ventas de armas, promoción de guerras y condicionamientos a países soberanos e independientes tratan de imponer la paz por la fuerza, están llamados al fracaso.

El diálogo y entendimiento entre los beligerantes es la única manera civilizada de conquistar la plena y duradera paz que demandan los millones de seres humanos que no están dispuestos a ver morir a sus hijos y compatriotas por la ambición y falta de escrúpulos de gendarmes y patrocinadores de destrucción, bloqueos y sanciones.

Los precursores del exterminio son rechazados por los hombres de buena voluntad que constatan la complicidad y apoyo de algunos gobiernos, (por intereses geopolíticos o económicos) a entes genocidas que asesinan con bombardeos indiscriminados a niños, mujeres y ancianos, no solo en tierras palestinas y libanesas, sino también en otras latitudes.

¡Basta de guerras y barbarie!, y también de mezquinas ambiciones de hegemonismo y poder. La humanidad merece un mejor mundo, donde prevalezca la hermandad y buenas relaciones entre los pueblos.