La violencia que en los últimos tiempos se desencadenó en el Ecuador y sobre la cual su gobierno viene anunciando medidas para tratar de frenar la oleada de actos delincuenciales que se gestaron en diferentes áreas del país, preocupa también a los pueblos de la región.

Lo que llama encarecidamente la atención de las naciones de Latinoamérica y el Caribe es precisamente el “apoyo” que dice brindar el Comando Sur de EE.UU. y por ende Washington a ese país del Sur, ante la turbulenta historia de las injerencias norteamericanas en los pueblos del continente.

Estudiosos de las ciencias históricas tienen conocimientos y dominio sobre cómo se desarrollan esas denominadas “ayudas” con presencia de asesores, oficiales, personal militar estadounidense, y entrega de material bélico a determinados países, “ayudas” que generalmente son condicionadas y tienen un propósito intervencionista.

Durante más de medio siglo con diferentes pretextos y matices, las intervenciones militares de EE.UU. lo que han traído consigo es dependencia, sumisión, y sobre todo, extracción de los recursos naturales. Y no en pocos casos, han incrementado la represión y falta de garantías civiles y vulnerado derechos humanos de los pueblos.

Con solo analizar las decenas de invasiones y bases militares de Norteamérica en naciones de la región
(sin incluir el resto del mundo) es suficiente para valorar lo peligroso que resulta esa intromisión en tierras del Sur.
La lista es larga, solo mencionar algunas refrendadas en la historia es más que suficiente para sacar conclusiones de sus nefastas consecuencias: Entre algunos ejemplos de la anterior centuria se ubican Cuba, República Dominicana, Granada, Panamá, Guatemala, Nicaragua, México etc, etc. Y en éstos se produjo intervención militar, pero también fueron promovidos tratados comerciales desiguales, bases militares, explotación de riquezas naturales, aumentos de dependencia económica-financiera, entre otros flagelos. Y en todos los casos ello no contribuyó ni a la paz, ni al desarrollo y menos aún, a la independencia.

Esperamos que los ecuatorianos con inteligencia y el sentido de patriotismo de su pueblo logre solucionar con sus propios medios y sin injerencismo, el proceso desestabilizador que hoy representa el aumento de la violencia. Y también evitar fomentar introducir tropas foráneas en su territorio lo cual puede representar una amenaza latente a la Declaración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, proclamada con anuencia de todos los países, como Zona de Paz.

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