El slogan de la campaña del expresidente DonaldTrump advierte del peligro subyacente en la creación de un partido republicano perpetuado en el poder de Estados Unidos cuyo mandatario esté por encima de las decisiones del Congreso de esa nación y las leyes de la Constitución. “Make America great again (Haz América grande otra vez)” no es una frase cualquiera. Contiene la esencia del pensamiento supremacista o sea fascista. “Hacer” no es construir. América es el nombre territorial de esta parte del hemisferio. “Grande otra vez”, implica expansión no solo territorial, sino económica dominante a nivel global, del espacio y el ciberespacio.

En un artículo publicado en Tribuna de La Habana bajo el título: La estática de Donald Trump en su empeño de considerarse aún presidente de los Estados Unidos, se advertía que “las palabras suelen definir conceptos que al repetirse dialogan con el subconsciente de los públicos cuando se trata de imponer una realidad pasada con una intencionalidad presente como la intención de llamar al señor Trump “45 Presidente”; y es que sobre esta base apoyaron sus criterios, para la defensa, los abogados David Schoen y Bruce L. Castor, los cuales lograron liberar al señor Trump de las consecuencias del segundo juicio político que debía condenarlo a no ocupar más cargos públicos –entre otras condenas- después de la siniestra jornada que desencadenó con su convocatoria a tomar por asalto el Capitolio en Washington D.C. 

Tanto Schoen como L.Castor, han sembrado un precedente que derrumba y hace añicos la Constitución de Estados Unidos, al declarar que el proceso resultaba anticonstitucional y que sería una “fortaleza de nuestra Constitución (…) como nunca antes en nuestra historia”.

Antes, el vicepresidente Mike Pence había dejado otra frase tibia de su posición asumida con el pueblo norteamericano: "No creo que ese curso de acción sea en el mejor interés de nuestra nación o consistente con nuestra Constitución", en carta dirigida a la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. De manera que no accedió a asumir la presidencia cuando el vicepresidente y otros ocho miembros del gabinete, declaraban que Trump no estaba en condiciones de cumplir con sus responsabilidades. 

El señor Trump resultó “absuelto” del primer juicio político celebrado en 2019, cuando fuera juzgado de dos cargos por presiones a Ucrania. También de este segundo juicio político (la primera vez que un presidente de Estados Unidos, en funciones, es acusado), por su probada responsabilidad en el asalto al Capitolio, podría concluir con su inhabilitación para ocupar cargos públicos en un futuro, después de la decisión del senado. 

Crimen sin castigo: Comienza la cacería

Con la absolución en el segundo "impeachment", el expresidente Donald Trump ha comenzado su cacería contra quienes le declararon culpable de los cargos. Uno de los siete republicanos que apoyó la propuesta de los demócratas para condenar a Trump por el asalto al Capitolio es Bill Cassidy, senador de Luisiana, desde hace unas horas “censurado” por el Partido Republicano de su estado, temerosos de perder los votos y el control de la Unión en próximas elecciones. También fueron criticados los senadores Richard Burr de Carolina del Norte y Patrick Toomey de Pensilvania.

El marcador final de la votación fue 57 votos a favor y 43 en contra. Por supuesto, faltaron diez votos para llegar a los 67 que se necesitaban para condenar al exmandatario bajo el cargo de "incitar una insurrección" durante el asalto al Capitolio del 6 de enero, en el que murieron cinco personas, entre ellas un policía.

Por su parte, el señor Trump ha dejado claro que tiene intención de mantenerse activo como figura mediática y prepara una reunión en su cuartel general de la Florida con el senador Lindsey Graham, entre sus más fieles aliados, para hablar sobre el futuro de la formación partidista (fascista). Graham confirmó, en entrevista con la cadena Fox el pasado domingo, que Trump “está muy entusiasmado” (con las elecciones legislativas de 2022, en las cuales el expresidente pretende recompensar a sus acólitos y castigar a los contrarios).

Trump ha confesado a algunos de sus aliados que tiene intención de usar las elecciones de 2022 como una oportunidad para recompensar a quienes se han mantenido fieles a él y castigar a quienes le han “traicionado”, en su intención de presentarse a las elecciones presidenciales en 2024. Quienes apoyan el retorno del trastornado expresidente, para las elecciones de 2022, están muy vinculados a los círculos del poder mundial y la ultraderecha conservadora de Estados Unidos.

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