Resulta insólito que las naciones que la administración del magnate presidente de los Estados Unidos Donald Trump considera adversarias a Washington son precisamente las que más sufren las políticas hostiles, agresivas y terroristas organizadas por ultra reaccionarios aliados de la Casa Blanca, como ocurre desde hace unos 60 años, contra Cuba.

El mundo conoce y está refrendado por la historia de la Mayor de las Antillas las décadas de ignominia orquestadas contra el noble pueblo cubano por parte del Goliat del Norte.

Son miles los documentos clasificados, (algunos ya publicados o registrados a través de testimonios de mercenarios y ex agentes CIA) que muestran cómo los gobiernos norteamericanos, a partir del triunfo de la Revolución, han desembolsado millones de dólares para fomentar actividades subversivas y ataques contra la Isla. A ello se sumó la criminal invasión por Playa Girón que tuvo como respuesta al pueblo en armas en defensa de su  Patria, y el logro de la victoria.

Existen además decenas de pruebas sobre acciones violentas y de lesa humanidad planificadas por grupos mafiosos radicados en zonas de la Florida, lugar preferido para cobijarse batistianos y delincuentes, muchos de los cuales asesinaron seres humanos durante salidas ilegales. Estos sin reparo alguno fueron a refugiarse a Norteamérica que los recibió con total impunidad, a sabiendas que eran criminales y quebrantando el derecho internacional.

Secuestros, ubicación de artefactos explosivos en hoteles, centros recreativos, en embajadas cubanas en el exterior, aeronaves, así como atentados a dirigentes, daños sistemáticos a la economía, imposición del bloqueo y otras atrocidades han sido cometidas contra esta nación del Caribe que decidió apostar al desarrollo con paz, independencia, y actualizando su proyecto político, social y económico propio, más equitativo, y sin injerencia foránea.

Cuba jamás atacó el territorio de los Estados Unidos, ni lanzó granadas o ametralló sedes diplomáticas de Washington en La Habana ni en otro lugar, (como sí ocurre en ese país que se autoproclama “paladín de la lucha contra el terrorismo”). Tampoco ha mutilado o asesinado con actos de sabotaje e incursiones armadas a ningún norteamericano, y sin embargo, la Isla tiene en su haber más de 3 mil muertes y unos 4 mil ciudadanos lesionados a consecuencia de las agresiones concebidas desde Miami, y con beneplácito de la Casa Blanca.    

Y de manera profundamente inmoral e impúdica la administración Trump sigue incorporando a Cuba a lóbregas listas en las cuales quien debía aparecer en mayúscula y subrayado por representar una amenaza fenomenal para la estabilidad y paz universal, es el gobierno de los Estados Unidos, promotor de beligerancias, con presencia de efectivos militares, asedios e intervenciones fuera de sus fronteras. Están en Latinoamérica, Europa, Asia, Oriente Medio y África, y en todos los casos mostrando la arrogancia y prepotencia característica de los imperios, pero rechazado por la mayoría de los ciudadanos del mundo.

Los cubanos tienen como peculiaridad ser responsables, laboriosos, con cultura, alegres, dignos, patriotas, y muy hospitalarios. Y los miles de estadounidenses y de otros países que durante los últimos años han visitado esta tierra, así lo validan.

Ha quedado fehacientemente confirmado que los pueblos son solidarios y apostan por la colaboración mutua con respeto a las diferencias, algo que los señores de Washington desconocen.