Desde la llegada del magnate presidente Donald Trump a la Casa Blanca se han acentuado los problemas internos de desigualdad y xenofobia en Estados Unidos, y también el mundo ha resultado menos seguro, y más beligerante.
El comportamiento de este dignatario en estos casi cuatro años ha mostrado su incapacidad para sustentar relaciones de buena vecindad, armónicas, y de respeto mutuo con otros países de la región, y el mundo.
También la actitud prepotente y poca autocrítica que le caracteriza han conllevado a que este cometiese garrafales errores con naciones de la región como Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero también sus tentáculos injerencistas alcanzan países ubicados en otras latitudes geográficas. Siria es hoy víctima del saqueo desvergonzado e ilegal de recursos como el petróleo, acto de piratería solo concebido en filmes de pillaje que se remontan a siglos anteriores.
Y por si fuese poco, Trump ha vulnerado acuerdos y tratados refrendados por la máxima representación de la comunidad internacional, la Organización de Naciones Unidas. Los ejemplos son significativos y han dejado estupefacta a la membresía de la ONU, incluyendo aliados tradicionales de Washington, como la Unión Europea.
Por solo mencionar algunos ejemplos retomamos el caso de las decisiones unilaterales del mandatario norteamericano con el tema de Israel-Palestina, reconociendo de manera arbitraria y mal intencionada la usurpación de tierras de forma ilegal por parte de Tel-Aviv. Y a ello se suman los rechazos asumidos a los convenios aprobados sobre el cambio climático, con relación al empleo de la energía nuclear con fines pacíficos por parte de Irán, y el colmo de plantear la salida de EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud, en medio de una comprometida crisis sanitaria global, acusando a la OMS de ineptitud ante el avance de la pandemia, cínico e injustificado pretexto ante la realidad de los acontecimientos, y es precisamente el magnate de la Casa Blanca quien inicialmente subestimó el virus y actuó con dilación demostrando su falta de previsión al desestimar el creciente peligro que acechaba a la humanidad, con la COVID-19.
Igualmente con su comportamiento muestra desconocer como Presidente las prioridades de su nación y el mundo. Mientras en su población siguen incrementándose los contagios y muertes por el letal virus, también en sus estados continúan actos de violencia contra afroamericanos y otras minorías, y existe además un vertiginoso crecimiento del desempleo entre otros flagelos como las drogas y el uso indiscriminado de armas que provocan daños a seres humanos. Él está más empeñado, a como sea, en lograr su reelección y seguir hostigando a otros países e inmiscuirse en sus asuntos internos.
Washington apoya en Venezuela a un bufón como Juan Guaidó (no elegido legalmente en las urnas) y visto por la inmensa mayoría de ese y otros pueblos como una marioneta corrupta y oportunista, solo servil a intereses foráneos. Y a pesar de eso el títere es utilizado para manipular y quebrantar leyes jurídicas, sometiendo a organismos económico-financieros, bancos, BM, y a otros entes a que se presten a vulnerar códigos internacionales establecidos, y acepten ser cómplices de la descocada política de Guaidó y sus patrocinadores, lacayos que lo único que pretenden, -según han demostrado-, es seguir robando las riquezas del pueblo venezolano con lóbregos propósitos.
Y de forma excedida Trump impone más sanciones, bloqueos y chantajes contra naciones independientes como Cuba, la tierra de Martí que solo ofrece galenos que salvan vidas, no bombas ni medios bélicos para matar, ni destruir patrimonios ajenos.
Esa obcecada posición de rechazo contra lo más noble, justo y humano que simboliza la ayuda y asistencia solidaria de la Mayor de las Antillas a otros territorios del planeta, víctimas también de la COVID-19, a través de médicos, enfermeros y personal sanitario para minimizar las funestas consecuencias de la pandemia, colocan al dignatario estadounidense ante la comunidad internacional, como el ser más egoísta, ambicioso, y antihumano que haya conocido el mundo en el siglo XXI.