Mientras los organismos internacionales, personalidades y gobiernos de buena voluntad del mundo convocan a mayor solidaridad y cooperación entra las naciones, la Casa Blanca minimiza las consecuencias de la pandemia COVID-19 que azota al planeta, y la cual también se extiende vertiginosamente por los Estados Unidos, a pesar de los cuantiosos recursos de ese país del llamado Primer Mundo. En cambio, ellos arrecian sanciones y asedios contra otros pueblos, desoyendo el llamado de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud.
Las acciones anunciadas por la administración que preside Donald Trump son insuficientes y vergonzosas, reflejan la verdadera cara del gabinete del magnate orientado a aplicar medidas de protección parciales que son la antítesis de la solidaridad humana que hoy se precisa. Estas no favorecen a la totalidad de los ciudadanos estadounidenses que precisan de atención médica gratuita y recursos económicos indispensables para asumir esta terrible amenaza global. Tampoco ayudan a ninguno de los países pobres, víctimas del letal virus que lo que requieren es medios sanitarios y galenos dispuestos a salvar vidas.
Y por si fuese poco, se atreven de manera inmoral e indigna a arremeter contra la colaboración médica de Cuba, esa que ha probado durante décadas estar encaminada a brindar salud y atender enfermos en cualquier parte del orbe, y es símbolo de humanidad, a diferencia del modo de pensar de los ricos arrogantes del planeta como Trump y varios de sus “pérfidos servidores”, y solo creen en el dinero y el atesoramiento de riquezas que contribuyan a su enriquecimiento, sin importar el sacrificio de millones de ciudadanos que cohabitan en esa nación, y en el Universo, y no cuentan siquiera con asistencia sanitaria y alimentos básicos para vivir.
La Isla, bloqueada y sitiada sistemáticamente por Washington, está dando un ejemplo colosal de generosidad y entrega ilimitada a la causa de la vida, acción que critica el gobierno de EE.UU., el cual es incapaz de ofrecer ayuda a quienes lo demanden, por cuanto solo prioriza la ganancia y los intereses económicos y geopolíticos, en detrimento del ser humano.
Es hora de ayuda, erradicación de sanciones, bloqueos y mezquindad. La imagen de Norteamérica y sus representantes está muy desacreditada en el mundo, son momentos en que las diferencias de pensamiento y de sistemas socio-económicos no deben limitar la colaboración internacional, la única capaz de frenar esta pandemia que puede destruir el planeta y con ello la especie biológica más importante, el hombre.
¡Basta de abusos y medidas restrictivas y de acoso por parte de la Casa Blanca, a naciones soberanas! ¡No a las guerras ni intervenciones militares!
Patria es humanidad, dijo el Apóstol José Martí, el guía intelectual del pueblo y la Revolución cubana, de ahí que los miles de batas blancas de la nación caribeña estén dispuestos a socorrer a los más necesitados de la Tierra.