En la Patria Grande solo la integración solidaria y con propósitos complementarios en asuntos económicos y sociales podrá garantizar el imprescindible desarrollo sustentable demandado por los pueblos de América Latina y el Caribe.
Gobiernos como el de México, Argentina y Venezuela, entre otros de la región que en sus campañas electorales y luego de acceder a la Administración en sus respectivos Estados han mostrado voluntad política de crecer, sin dañar a sus ciudadanos con salvajes y muy crueles medidas neoliberales, podrían contribuir, decisivamente, a la unidad y avance de todos los países, independientemente de las diferencias ideológicas, y sistemas políticos imperantes.
La década inicial del siglo XXI mostró que, a pesar de las contradicciones en temas de democracia, derechos humanos y métodos y estrategias de dirección en cada país del hemisferio, era posible lograr puntos de convergencia en múltiples esferas relacionados con la migración, seguridad marítima y frente al narcotráfico.
También pueden potenciarse mayores niveles de acceso de la población a servicios de Salud, Educación, Cultura, Deporte, empleo y derecho a la jubilación, entre otros temas de carácter económico que pueden posibilitar mejores condiciones de vida de los ciudadanos, al tiempo que contribuye a minimizar las abismales desigualdades vigentes hoy en el continente.
La Operación Milagro, que devolvió la visión a millones de personas sin costo alguno, es ejemplo de esa colaboración humanitaria. Petrocaribe también ayudó a varias economías pequeñas precisadas de apoyo, así como otros logros del Mercosur, y ALBA-TCP, entes que Norteamérica y sus lacayos atacan, y trata de criminalizar sin argumento sostenible alguno, por los sustanciales beneficios que aportó.
El pueblo argentino sufre las consecuencias del absurdo del neoliberalismo que el ex presidente Mauricio Macri implementó involucrando al Fondo Monetario Internacional de forma irresponsables al alcanzar altísimos grados de endeudamiento con el FMI y los acreedores, sin tener en cuenta las perentorias necesidades de la inmensa mayoría de sus coterráneos.
La Venezuela del extinto dignatario Hugo Chávez y también del presidente constitucional elegido por voto popular Nicolás Maduro, lleva años siendo víctima del criminal asedio, guerra económica, bloqueo, subversión, golpismo y terrorismo instrumentado por facciones ultra reaccionarias de la oposición que dirige el usurpador de funciones y autoproclamado “presidente”, Juan Guaidó, el cual ha vendido los recursos de la nación a su patrocinador, los Estados Unidos, a la vez que implora a su amo Donald Trump por una intervención militar a esa tierra de héroes. De ahí que a este señor se le califique de corrupto, y vendepatria.
Las sanciones a naciones soberanas no cesan, ese es el modus operandi imperial. La Cuba revolucionaria resiste dignamente unos 60 años de récord de cerco económico y financiero, recrudecido actualmente en su extraterritorialidad de forma irrespetuosa y carente de ética, obteniendo por ello la Casa Blanca el rechazo universal de las Naciones Unidas, cada año.
El Caribe es objeto de presiones y manipulaciones por parte de la Administración norteamericana, que no cesa en su empeño de continuar con injerencia e intervencionismo desvergonzado en los asuntos internos de los demás, intentando dividir pueblos, y crear procesos de desestabilización con el beneplácito de Luis Almagro, peón de Trump en la Organización de Estados Americanos cada vez más servil y dependiente del Norte brutal y revuelto sobre el cual alertó el apóstol, José Martí.
México también heredó políticas neoliberales de su antecesor Peña Nieto y sufre, además, las medidas represivas de Trump en cuestiones migratorias, lo que afecta profundamente a los latinoamericanos y sus derechos humanos. Hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, ecuatorianos y muchos otros miles se aproximan a la frontera estadounidense en busca de mejoras económicas, luego que sus países han sido saqueados durante siglos acrecentando la brecha entre ricos y pobres.
La lista de penalizaciones y problemas podría ser muy larga en esta zona geográfica, tradicionalmente dependiente de Washington que la asume como su traspatio, obviando la independencia y autodeterminación de los Estados los cuales merecen vivir en paz, desarrollo e independencia.