Las continuadas decisiones políticas, económicas y beligerantes que caracterizan a la administración de Donald Trump en la Casa Blanca están contribuyendo aceleradamente a que Washington pierda credibilidad, incluso ante sus socios de la Unión Europea, y otras regiones del mundo.

En el período de gobierno de Trump confluyen múltiples disparates, los cuales han mostrado ante la opinión pública  falta de ética y profesionalidad, soslayando el respeto y compromiso bilateral que debe primar en las relaciones entre Estados soberanos. Un importante espacio en este sentido lo ocupa el tratamiento humillante dado a los migrantes de diferentes países de Latinoamérica y especialmente el asedio a Cuba con más de 55 años de criminal bloqueo que vulnera,además, la autodeterminación de otras naciones por su marcada extraterritorialidad.

Existe rechazo universal a la Ley Helms-Burton, profundamente antihumana y concebida para asfixiar de hambre y enfermedades a millones de ciudadanos de la Isla por no plegarse a las disposiciones anexionistas de Norteamérica que intenta, una vez más, subvertir el orden y obstaculizar el desarrollo de pueblos independientes.

Y por estos días se han reiterado los shows mediáticos y ridículos en que incurre la Casa Blanca a través de su máximo representante que precisa de protagonismo, (a como sea), al ofrecer apoyo al fallido vendepatria venezolano Juan Guaidó, usurpador de funciones y sujeto que no goza de reconocimiento alguno en su país, incluso es despreciado por buena parte de los partidos opositores al chavismo que lo catalogan de servilismo a potencia extranjera y promotor de violencia, Golpes de Estado, Guerra Económica, robo de activos y divisas del país, y también de potenciar actos terroristas e intervención foránea a su propia tierra.

La extravagancia y absurdo de este caso alcanzó, penosamente, al Congreso de los EE.UU., al ser exhibido el señor Guaidó en ese plenario en momentos que correspondía presentar a la Unión el discurso del año por parte del mandatario. Parecía que Trump lo estaba proponiendo para ocupar un cargo en su gabinete, ya que en la República Bolivariana no lo asimilan por corrupto y oportunista.

De igual manera el dignatario estadounidense ha quebrantado en el ámbito internacional tratados, convenios y disposiciones de la Organización de Naciones Unidas que estaban encaminadas a fomentar la paz, salvaguardar al planeta y lograr entendimiento entre los Estados, buscando crear un clima distendido de concordia y colaboración, en pos del desarrollo sostenible y Metas del Milenio que podrían, de existir voluntad política por parte de los gobiernos, minimizar la abismal brecha entre ricos y pobres y por ende, las desigualdades impuestas al Sur.  

Sin embargo, Trump irrespeta acuerdos aprobados en el seno de la Asamblea General de la ONU, como aquellos relacionados con el diferendo Palestino-Israelí que demanda a Tel Aviv regresar a las fronteras de 1967, y permitir el retorno de miles de palestinos desplazados. Tampoco cumple con el acuerdo mundial para minimizar daños medioambientales y frenar los crecientes cambios climáticos, a la vez que rechaza el tratado firmado con Irán y con participación de Europa sobre energía nuclear con fines pacíficos, el cual podría contribuir a la coexistencia pacífica en la región.

También ha vulnerado la soberanía de otros pueblos, el tema más recurrente de los últimos tiempos ha sido el asesinato del general iraní Qasem Soleimani en territorio iraquí, hecho que estremeció al mundo, y particularmente al Oriente Medio, por las consecuencias que podía acarrear para la humanidad ese acto irresponsable. 

El gobierno de los Estados unidos debe retomar la senda de la legalidad y respetar los preceptos del derecho internacional prevalecientes desde finales de la II Guerra Mundial que tantos millones de vidas costó, y por lo cual las Naciones Unidas aboga por frenar la demencia belicista y expansionista que prevalece en algunos países.

Es hora de sustentar la civilización y no las guerras o barbaries que acompañan los conflictos e intervenciones militares.