Los códigos y legislaciones de la Organización de Naciones Unidas no pueden quebrantarse, ni tampoco ser irrespetados por pretensiones o intereses geopolíticos y económicos, como pretenden determinados gobernantes y centros de poder instituidos en el mundo.
Uno de los ejemplos más absurdos y carente de legalidad alguna en Latinoamérica, es el caso del “turista” y además diputado opositor venezolano, Juan Guaidó (el cual sin el quórum ni voto popular demandado por la Constitución de la República se autoproclamó “presidente interino de la nación y también de la Asamblea Nacional”), luego de ser destituido en la última elección por la mayoría parlamentaria, es decir, por la bancada de partidos opositores al chavismo que también le acusan de desvío de recursos, y corrupción.
Esta marioneta de Washington y particularmente del mandatario Donald Trump no tiene autoridad moral ni política en lo interno de Venezuela, es un instrumento de la estrategia injerencista de la Casa Blanca y sus servidores contra el proceso bolivariano y la integración regional.
Asimismo, la actitud de algunos gobiernos que se atrevieron a posar para las cámaras y medios de comunicación junto al fraudulento y desacreditado Guaidó en su paseo por Europa preocupa a los hombres dignos y respetuosos de la institucionalidad, esa que de forma verdulera Guaidó violentó en múltiples ocasiones.
No debe olvidarse que encabezó golpes de Estado, exacerba la violencia y comparte espacios con terroristas desde la frontera colombiana. Se apodera de recursos del pueblo y solicita la intervención militar extranjera en su propio país, fomentando la guerra y división, -incluso con las propias facciones opositoras-, hechos que lo denigran y en cualquier otro Parlamento del mundo, incluyendo el Congreso de los Estados Unidos, seguramente sería calificado de traición a la Patria.
Los venezolanos tienen que solventar sus diferencias de forma civilizada, con diálogo y tras los principios básicos de la Constitución. Y todo aquel individuo que como Guaidó promueva la beligerancia, el odio y se preste para usurpar las riquezas nacionales está solo destinado al rechazo y derrota ante su pueblo, y también a responder ante la justicia.
De igual manera crece la repulsa contra él en lo interno de la oposición. Militantes de partidos de la derecha, contrarios al terrorismo, a las guerras e invasiones foráneas, como las que estimula impúdicamente este señor sin basamento legal alguno y desprovisto de decoro, muestran profundo descontento con el accionar de esta marioneta impuesta por Estados Unidos.