La denuncia expuesta por la República de Cuba ante la opinión pública internacional desmonta completamente las burdas justificaciones presentadas por el ridículo gobierno de facto de Bolivia con el fin de romper relaciones diplomáticas con La Habana, y de esa manera cumplir al pie de la letra, el mandato de su patrocinador, Washington.

Resultan insostenibles las falacias de los golpistas bolivianos, los cuales por su marcada irracionalidad y desatino avergüenzan a los hombres dignos y de buena voluntad, no solo de América, sino también de Asia, África y el Oriente Medio.

Atacar la labor humanitaria y solidaria efectuada por miles de médicos y paramédicos de la Isla en esa nación y en otras decenas de países, solo puede catalogarse de una repulsiva reproducción de las mentiras e infamias enarboladas cínicamente por la administración de Estados Unidos que preside el magnate Donald Trump.

Precisamente el mandatario estadounidense, que se considera emperador, dueño del mundo, y particularmente de los territorios de Latinoamérica, está empeñado en destruir la integración regional, dividir las naciones del Caribe, y opacar la presencia de personal de la Salud cubano, altamente calificado y experimentado en disímiles misiones sanitarias y pandemias que han amenazado la vida de millones de seres humanos.

La Mayor de las Antillas, por alrededor de 60 años, ha brindado ayuda desinteresada a otros pueblos necesitados de asistencia ante pandemias y otras enfermedades, como el cólera, dengue, ébola y otras muy peligrosas.

También ha estado presente apoyando a las víctimas de desastres naturales; terremotos, volcanes o huracanes de gran intensidad.

De igual forma las brigadas médicas cubanas han contribuido a mejorar la atención primaria de Salud en varios países a través de acuerdos entre gobierno soberanos, y casi siempre acuden a brindar esos servicios en los lugares más recónditos del planeta donde pocos o ningunos galenos, concurren.

El pueblo boliviano, como el brasilero y muchos otros que han conocido la actitud abnegada y humanitaria de los médicos de la nación caribeña, reconocen su altruismo y agradecen las miles de personas salvadas, a través de cirugías o tratamientos.  Estos hombres de las batas blancas gozan del respeto de poblaciones enteras, gobiernos, organizaciones regionales y mundiales, y de las Naciones Unidas, algo que los golpistas, segregacionistas, y usurpadores del poder, no podrán concebir jamás.

Las arbitrarias e ignominiosas decisiones de los golpistas carecen de luz propia al ser entes manipulados por la Casa Blanca, sin embargo, afectan a los más desposeídos y olvidados, esos que no tienen recursos para pagar ni recibir con inmediatez la asistencia médica que precisan.

Con sólidos y probados argumentos el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba en declaración oficial el pasado fin de semana desmanteló la madeja de mentiras y pretextos necios expuestos por una cancillería boliviana que responde a un gobierno ilegítimo sin aval electoral ni popular alguno y el cual se atrevió a dejar sin efecto vínculos diplomáticos históricos entre ambos países.

La colaboración con ese pueblo ancestral se remonta a varios años, primando en ello siempre el sentido de la solidaridad y hermandad entre naciones.

Una vez más los golpistas quedan al desnudo ante la opinión pública mundial. Los medios de comunicación, redes sociales y gobiernos de Estados independientes del Universo no pueden omitir la verdad de la Mayor de las Antillas que sigue recorriendo todas las latitudes, a pesar de los intentos de Norteamérica y sus asalariados, en silenciarla.

El apóstol José Martí dijo: “Patria es Humanidad”, y ese legado está profundamente incorporado a la conciencia del pueblo de Cuba.