Resulta una señal de esperanza el ascenso al gobierno de la República Argentina de Alberto y Cristina Fernández, presidente y vicepresidenta, respectivamente. Ambos representan los anhelos de millones de hijos del pueblo que demandan cambios inmediatos en asuntos de carácter  político, económico y social.

Los argentinos recuperan la confianza en el futuro, luego de varios años de neoliberalismo salvaje que impuso a esa nación la administración de Mauricio Macri y que trajo consigo mayor pobreza, desigualdad, y un colosal endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el capital foráneo.

Ese país conoció profundamente los estragos que producen las estrategias del F.M.I., los recortes presupuestales en acciones sociales que contribuyen a beneficiar  a las mayorías de la población.

La Argentina durante el período de Macri fue víctima de un incremento sustancial del desempleo, la mendicidad y otros flagelos que carcomen a los países que han instrumentado las medidas exigidas por el neoliberalismo que prioriza al gran capital en detrimento de la calidad de vida y la equidad de los ciudadanos.

El nuevo gobierno que asumió el poder este 10 de diciembre orienta su política a minimizar el endeudamiento y los índices de pobreza alcanzados.

Igualmente potencia las relaciones internacionales con todos los Estados, independientemente de su forma de pensar, y aboga por fortalecer el MERCOSUR y la unidad latinoamericana.

Miguel Díaz Canel-Bermúdez, Presidente de Cuba que asistió a la ceremonia de ascenso de los Fernández expresó en el encuentro de solidaridad con la Isla desarrollado en esa hermana nación que las relaciones entre los cubanos y argentinos no podrán jamás ser destruidas. Y la delegación de la Mayor de las Antillas mantuvo contactos con empresarios, intelectuales, y varios otros sectores del país sureño, los cuales denotan el interés en los vínculos de ambos pueblos.