Los gobiernos de Chile y el Ecuador, ambos han mostrado estar ubicados de espaldas a las apremiantes necesidades de su población. Son ejemplos representativos de las “democracia de toques de queda acompañados de bayonetas, tanques, policías y soldados fuertemente armados en las calles los cuales tienen la encomienda de reprimir las legítimas protestas, a como sea.
Pero los pueblos tienen memoria histórica y rechazan la imposición de métodos de las otrora dictaduras militares en Latinoamérica.
Jóvenes estudiantes, y trabajadores en general acompañaron las marchas en esas tierras del sur del continente. Estas llamaron la atención de la opinión pública local, regional e internacional que pudo observar cómo las erradas políticas neoliberales dictaminadas en esas naciones y en otras, enfocadas a hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, (al tiempo que aumentan la brecha de desigualdades sociales), cuentan con la repulsa de la inmensa mayoría de los hijos de la Patria Grande.
El enorme endeudamiento establecido con el Fondo Monetario Internacional a causa de estrategias económicas desacertadas de administraciones muy influenciadas por el gran capital, no puede, ni debe, ser saldado afectando a los ciudadanos de menos ingreso, ni tampoco a los estudiantes y jubilados.
Tampoco puede concebirse que una denominada “democracia” prive de posibilidades u oportunidades de educación hasta alcanzar niveles superiores a lo más preciado de cualquier país, las nuevas generaciones. Igualmente ocurre con los servicios de salud, los importantes espacios culturales y deportivos, esos que cada vez son más inaccesibles para las personas de pocos recursos.
¿Quién ha visto que sin haber declaración de guerra haya que imponer orden con tanques blindados y militarización en capitales de Repúblicas?
El señor presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien criminaliza las protestas, así lo concibió. Y eso ha resultado muy lamentable, por cuanto históricamente ese proceder ha sido propio de autoridades quebrantadoras de los derechos humanos de los ciudadanos, según la Organización de las Naciones Unidas, y los postulados de la Organización de Estados Americanos, aunque esta última, con su secretario general Luís Almagro, no cumple el rol para el cual fue creada dicha institución.
Las recientes y multitudinarias movilizaciones populares protagonizadas en Ecuador y Chile han contribuido a que la OEA acreciente su decadencia moral, siendo cada vez mayor el contubernio de esta con Washington que le asigna misiones de parcialización con sistemas ultra reaccionarios y de economías neoliberales, mientras le demanda agredir a otros Estados soberanos con políticas progresistas, socialistas o de izquierda, como Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¡Qué falta de honorabilidad!
De igual manera hacen oídos sordos cuando omiten la grave situación de derechos humanos que se advierte en poblaciones de Argentina, Colombia, Honduras, y otras administraciones de derecha aliadas de la Casa Blanca, casi siempre impopulares y con larga data de denuncias, violencia, atropellos y prácticas de corrupción.
Solo la sensatez de los gobiernos y la voluntad política de favorecer a los más desposeídos, distribuyendo de forma más equitativa los recursos y riquezas de los Estados, podrá salvar a Nuestra América de la desestabilización, de las crecientes migraciones y la violencia que frenan el desarrollo sostenible, la paz, y particularmente la imperiosa necesidad de integración, única formula viable de avanzar hacia la complementariedad requerida para el progreso de los pueblos.
¿Y dónde está la OEA para denunciar estos toques de queda y represiones? ¿Y el Grupo de Lima? Tan preocupado cuando se trata de Venezuela, pero en la propia Lima se "acabó" el gobierno, el presidente disolvió el Parlamento y resulta que todo es un ejercicio democrático. A lo mejor lo es, pero es indignante que cuando otros países aplican igualmente su constitución, resulta que es una dictadura. Como decía Carlos Puebla: ¿Cómo no me voy reír de la OEA?