Resulta absurda la persecución de dirigentes de la Revolución Ciudadana en Ecuador. Puede constatarse cómo sus militantes, esencialmente los simpatizantes del ex mandatario Rafael Correa son víctimas del acecho de los cuerpos represivos del gobierno que preside Lenín Moreno.
Igualmente y de forma irracional han tratado de responsabilizar a Correa (que reside en Europa) de las multitudinarias marchas de indígenas y pobladores de esa nación que demandaron la derogación de la ley neoliberal 883 que imponía medidas económicas abusivas e incompatibles con las necesidades y requerimientos de la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, muy deplorable ha sido el rol de la actual administración que justifica sus desaciertos y continuados errores exacerbando el odio hacia sus contrarios y opositores en políticas económicas y sociales. Hay signos de cacería de brujas contra opositores que formaron parte del gabinete anterior a Moreno.
Durante estos días pudo constatarse la unidad del pueblo y su propósito de defender sus conquistas, y a los más desposeídos y olvidados.
El coraje de los hombres y mujeres ecuatorianos que en las calles de Quito sufrieron la feroz represión de los cuerpos policiales puso de manifiesto la decisión inquebrantable de un pueblo de luchar por su supervivencia hasta vencer.
La criminalización de las protestas, así como la arremetida de los militares contra la población produjo alrededor de ocho muertos, cientos de encarcelados y miles de heridos, denotando el irrespeto a los derechos humanos de aquellas autoridades del gobierno responsabilizadas con esos excesos.
A pesar de la censura de medios locales al servicio de las oligarquías, y el cierre de algunos que trasmitían la realidad del momento como ocurrió en Pichincha y también con la Multinacional Telesur, pudo diseminarse la verdad de lo acontecido por personas naturales y redes de comunicación internacionales.
Una vez más la historia valida el poder de la unidad de las masas en torno a una idea justa. De ahí que la movilización popular llevase finalmente a la derogación de la fatídica medida neoliberal en la República de Ecuador.
Hace falta que vuelva Rafael Correa a la Presidencia de Ecuador o alguien de su partido. Lenin Moreno resultó ser un traidor y cada día lo demuestra más.