El presidente de Brasil Jair Bolsonaro desconoce el sentido de la solidaridad humana. Y seguramente actúa de forma impropia con respecto a la colaboración médica cubana porque jamás concibió en su estrategia de gobierno un gesto voluntario de apoyo a los más desposeídos, evidenciando notoriamente que su administración solo se mueve por intereses económicos-financieros.

¿Qué hubiese expresado de este personaje, la Madre Teresa de Calcuta? Posiblemente diría que este señor carece de  bondad porque sus ambiciones de poder no se lo permiten.

Bolsonaro, (calcomanía mal lograda del mandatario de Estados Unidos Donald Trump), impugna de manera indigna e infame la ayuda solidaria que por décadas viene brindando la isla de Cuba a millones de personas que en el mundo no cuentan con los recursos monetarios para acceder a servicios de Salud por los altos costos de la medicina, los tratamientos e intervenciones quirúrgicas, en sus respectivos países.

Además, resulta abominable que niegue el reconocimiento internacional que siempre ha tenido la colaboración médica de la Mayor de las Antillas en diversas latitudes y ante epidemias letales como las del Ébola, Cólera, Dengue y otras enfermedades que clasifican como flagelos que laceran la vida de ciudadanos en diversas partes del Universo.

Probablemente el presidente brasileño nunca ha recorrido los lugares de su país donde vivieron y ofrecieron su ayuda los galenos cubanos. Debía preguntarle a los cientos de hombres y mujeres de los poblados más inhóspitos y apartados cómo fueron atendidos y curadas sus dolencias por los profesionales procedentes de la nación caribeña, esos que con tanto amor y dedicación emplearon sus conocimientos en esa loable y noble misión.

Pero también podría recomendársele ampliar su acervo cultural general aprendiendo un poco sobre los alrededor de 100 países del orbe que en unas seis décadas han contado con la asistencia del aguerrido pueblo cubano, y no solo en el frente de Salud, sino en otros sectores requeridos.

También debe aprender que quienes viven en la tierra de Martí y Fidel fueron formados en la solidaridad, esa que no pueden comprender los Bolsonaros ni los Trump, inexpertos en ética y valores humanos.