De inmoral, arbitraria y desvergonzada solo puede catalogarse la decisión del gobierno de Estados Unidos de incorporar a Cuba (uno de los países más solidarios del mundo que basa su colaboración en ayuda desinteresada a los más necesitados del planeta), en la infame lista de naciones que fomentan la “Trata de Personas”. Otra ignominia más protagonizada por la Casa Blanca.

Washington( autoproclamado gendarme universal) es quien debía encabezar esa espuria relación por ser precisamente ese gobierno el máximo responsable de la grave situación migratoria que hoy viven varias regiones del orbe (África y Medio Oriente, Asia, y también Latinoamérica y el Caribe), por su vocación guerrerista y en suma, beligerante.

La adicción de la administración de Donald Trump a potenciar sanciones, guerras, bloqueos y estrategias absurdas y proteccionistas fundamentadas en prepotencia y abuso imperial, han contribuido a que inescrupulosos personajes, delincuentes y criminales estén dedicados al negocio lucrativo con seres humanos. Pero en ningún caso la Isla participa de esas actividades punibles y de lesa humanidad, es bien conocido, internacionalmente, que el Estado Cubano condena y rechaza de manera contundente esos actos delictuosos.

Por más de 55 años, EE.UU ha mantenido el asedio genocida contra la población de la nación caribeña, el más largo de la historia contemporánea, y consistente en perenne hostilidad, subversión, invasión, actividades terroristas, cerco económico, comercial y financiero, campaña mediática de desinformación y falacias, robo de cerebros, estímulo a la deserción de profesionales formados por la Revolución durante décadas, entre otras infamias planificadas desde la cuna de la mafia, esa que radica fundamentalmente en La Florida, aunque no representa el sentir de la mayoría de la comunidad cubana-norteamericana que está hastiada de represalias y medidas de censura contra su tierra de origen y descendientes.

Son varias las generaciones de cubanos que hoy se preguntan; ¿Con qué moral puede acusarse a la Isla de “Trata de Personas” cuando es precisamente Washington quien promovió la Ley de Ajuste Cubano en 1966 y desde entonces ha recibido con los brazos abiertos y con prebendas -que no tiene ninguna otra emigración-, a toda persona que ha llegado desde Cuba por cualquier vía, legal e ilegal?

Así mismo millones de compatriotas tienen la interrogante de; ¿Por qué EE.UU. insiste tanto en agredir a la Mayor de las Antillas y a otros países soberanos en vez de resolver sus asuntos internos de violencia, drogadicción, racismo, educación, salud, homofobia, desigualdad social, empleos, etc…?.
De igual manera, por mandato de Trump violan en la frontera con México los derechos humanos de niños, hombres, mujeres y ancianos migrantes que son sometidos a tratos denigrantes al ser ubicados en algo similar a campos de concentración, como los empleados por los hitlerianos en el pasado siglo.

El señor Trump y sus acólitos creen que desviando la atención de los estadounidenses hacia otros asuntos fuera de sus fronteras, podrán obviar y silenciar el cúmulo de problemáticas que en los últimos tiempos han dañado considerablemente su imagen y particularmente la del país por causa, en gran parte, del accionar de maléficos asesores y anómalo gabinete del jefe de la Casa Blanca.

Cuba no ha invadido ni bloqueado jamás a los Estados Unidos, tampoco invierte millones de dólares del dinero de los contribuyentes para subvertir el orden en ese territorio, mientras Washington desembolsa cuantiosas sumas, alrededor de 20 millones, para campañas de injerencia y desestabilización contra la Isla.

No puede el pueblo cubano entenderlo. Con ello solo logra Norteamérica mayor rechazo popular y desprecio a su política provocadora y también al recrudecimiento de la barbarie que representa la Ley Helms-Burton. Sigue siendo más de lo mismo. Existe en el gobierno de Trump un profundo desconocimiento de la realidad que vive la Mayor de las Antillas y continúa embaucándose, cada vez más, en estrategias inoperantes y villanas.