En medio de la peor avalancha de cuestionamientos a un presidente de los Estados Unidos, el 64% de la población norteamericana sostiene que el presidente Donald Trump es culpable del delito de fraude al manipular los fondos del gobierno y favorecer a familiares en asuntos que marcan la pauta de las acusaciones sostenidas por los demócratas para lograr la salida del mandatario actual de la Casa Blanca.
Como si fuera un elefante en medio de una cristalería (el mundo) el señor Trump esgrime cualquier recurso –de las tantas cartas sobre la mesa- en su propósito de llevar la guerra de una vez y por todas a cualquier región del planeta en una desenfocada carrera que le permita mantener el control de los principales recursos naturales diseminados por el planeta y enfrentar la competencia de Rusia y China, no solo en el sector económico e industrial, sino en la disponibilidad de tecnologías de armamento superiores en efectividad a las del ejército estadounidense.
Por una parte, la insistencia de construir el muro en la frontera con México obliga al gobierno de la nación azteca liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (nunca aceptado por Washington) a enfrentar una situación de inestabilidad en el país debido a las presiones de los grupos narcotraficantes por mantener el control de los hidrocarburos que, de alguna manera, son exportados a Estados Unidos, entre otros males de una sociedad marcada por el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) que dio el puntillazo a la desmantelada economía nacional mexicana secuestrado por gobiernos oligárquicos, corruptos y neoliberales.
Hacia el Sur, la posibilidad de ejercer una mayor influencia proanexionista a través de la Organización de Estados Americanos (OEA), bajo el contubernio de gobiernos como el de Brasil, Argentina y Colombia. Lo peor, la intención de realizar una intervención militar directa en Venezuela, y crear un foco de guerra local contra Nicaragua y Cuba, cuyas consecuencias impredecibles sumergirían definitivamente la vida de millones de personas en esta región del planeta por la actitud irresponsable de la actual administración norteamericana.
En medio de la debacle, el señor Trump, acusó este miércoles a China de un intento de manipular las elecciones legislativas previstas, en Estados Unidos, para noviembre próximo, fecha en la cual restará muy poco para que el mandatario estadounidense sienta el agua llegarle al cuello y tener que claudicar de su empeño de manejar a un país como si fuera su propia empresa, ante la posible situación que le tocará enfrentar antes de las elecciones de noviembre próximo.
En cuanto a haber hecho más que ningún otro presidente norteamericano, el inquilino de la Casa Blanca, lanza un zarpazo y acusa a China de haber “estado intentando interferir en nuestras próximas elecciones" del 6 de noviembre, demostrando que el señor Trump está consciente del agujero negro donde se ha hundido al afirmar en el Consejo de Seguridad de la ONU, que "No quieren que yo o nosotros ganemos porque soy el primer presidente que ha retado a China en materia comercial".
No hay peor ciego q el q no quiere ver, quien le manda a los norteamericanos a elegir a sabiendas a este energumeno, fascista,guerrerista, racista Presidente!