Rusia y China vetaron este jueves una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas redactada por la Casa Blanca para condicionar la intervención de este nivel de la ONU y lograr la destitución del Presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, acción que sería lo más cercano a un golpe de estado contra la nación sudamericana.
Esta vez, en la complicidad de nueve miembros permanentes del Consejo de Seguridad que votaron a favor, la administración del señor Trump, enfrenta el No, de Rusia y China, lo cual deja sin efecto esa posibilidad ya que para aprobarse se precisa la cantidad alcanzada, pero sin ningún veto de los cinco miembros permanentes entre los cuales destacan Moscú y Pekín.
Según el enviado ruso Vassily Nebenzya, si la “resolución fuera adoptada, sería la primera vez en la historia en que el Consejo de Seguridad decidiría nombrar a un presidente y destituir a otro".
El representante de la Casa Blanca, Elliott Abrams, culpa al gobierno bolivariano de Venezuela por la provocación de un colapso económico que amenaza la paz y la seguridad en toda la región”, pero omite que esas circunstancias han sido generadas por siglos de colonización, intervenciones militares, establecimiento de bases de espionaje y saqueo de los recursos naturales de esas naciones provocadas por la expansión imperialista de Estados Unidos.
Todos los males de América Latina han sido provocados por la política hegemónica de Washington con el apoyo de regímenes oligárquicos dirigidos por presidentes corruptos como Bolsonaro, en Brasil, Macri en Argentina, y Duque en Colombia, por citar algunos, mientras en Europa, Francia hace el silencio cómplice de quien no tiene otra opción que aceptar la posición del más fuerte en la OTAN, mientras el Reino Unido, ya tuvo al señor Richard Branson en la ofensiva de abrir una brecha de “ayuda humanitaria” desde Cúcuta, Colombia, en la frontera con Venezuela.
¿Qué pasaría si un miembro permanente del Consejo de Seguridad presentase una resolución para destituir al presidente Donald Trump?
La respuesta sería una declaración de guerra y Estados Unidos se vería obligado a renunciar al Consejo de Seguridad, de la misma forma que ha rechazado su permanencia en otras dependencias de la ONU, especialmente de aquellas en las cuales debe contribuir al apoyo de los más desposeídos.
Por supuesto, aventurarse a tal cuestionamiento sería igual que dejar expuesto al mundo a una catástrofe nuclear.