Célebre por la torre que hoy lleva su apallido, el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel 

Es innegable que la celebridad mundial del ingeniero Alexandre Gustave Eiffel, quien falleció hace 95 años, el 27 de diciembre de 1923, se debe a la controvertida y hoy famosa Torre Eiffel, aunque su labor abarcó otras reconocidas obras.

Nació el 15 de diciembre de 1832, en Dijon, Francia, donde cursó sus primeros estudios. Luego continúa en París, hasta graduarse en ingeniería Química, profesión ejercida por poco tiempo, pues el hecho de conocer a un contratista especializado en la construcción de acero, cambió totalmente el destino de su vida.

A partir de 1858 comenzó a adquirir una vasta experiencia al trabajar en la construcción de diversas estructuras como grúas y puentes de hierro. En 1867 creó su propia compañía en París, lo que le permitió ampliar sus proyectos en disímiles lugares del mundo.

El Gobierno francés ordenó la construcción del viaducto de Garabit en junio de 1879, ejecutado por la empresa de Eiffel. En abril de 1884 se cerró el arco central de 165 m de luz, sobre el Río Trouyére, en el valle de Garabit, y cinco años después quedó abierto al tránsito este puente ferroviario de 565 m longitud y de 120 m de altura, el cual fue en su momento el más alto del mundo.

Foto: BBC

Otra importante obra en la que Eiffel dejó su huella fue la Estatua de la Libertad, de aproximadamente 46 metros de altura, erigida sobre un pedestal, a 93 metros sobre el puerto de Nueva York. Fue construida en París y es resultado de la conjugación del diseño de la estructura interna por Eiffel y del talento estético del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi. Está inspirada en el Coloso de Rodas, estatua gigante de bronce del dios griego del sol, Helios, situada a la entrada del puerto de Rodas en el 292 a.C., una de las siete maravillas del mundo antiguo.

En 1865 surge la idea de que el pueblo de Francia le hiciera un obsequio a los Estados Unidos, en conmemoración del centenario de su independencia. Al llegar esa fecha solo estaba concluido el brazo que sostiene la antorcha de la Libertad. No fue hasta junio de 1884 que concluyeron la obra, la cual se erigió en París ante el embajador estadounidense en Francia, el 4 de julio de ese año. Tiempo después se trasladó a su destino, donde se yergue actualmente desde el 28 de octubre de 1886.

Símbolo de París Foto: BBC

Como sabemos, la más conocida es la Torre Eiffel, construida entre 1887 y 1889, la cual constituye un símbolo de la soñada ciudad de París. Esta se presentó en la Exposición Universal realizada en 1889, para celebrar el centenario de la revolución francesa.

El proyecto fue idea de dos ingenieros de su compañía: Maurice Koechlin y Émile Nouguier. El primero realizó un croquis del edificio, que representaba una torre alta de 300 metros, con cuatro caras curvas unidas por plataformas cada 50 metros, hasta llegar a la cumbre. Eiffel no se interesó en el proyecto, pero les concedió a los diseñadores la autorización para proseguir el estudio.

Entonces, buscan la colaboración del arquitecto Stephen Sauvestre, quien realizó varios cambios y le presentan a Eiffel la nueva versión, y esta vez se muestra mucho más entusiasmado. Poco tiempo después compra los derechos de Koechlin y Nouguier, para obtener los derechos exclusivos sobre la torre.

Eiffel luchó fervientemente para dar a conocer el proyecto de la torre. Cuando lo logra, tuvo que utilizar sus propios fondos para la construcción, y el gobierno le permitió su explotación durante 20 años, luego se convertiría en patrimonio de París.

Ante los ojos de todos, este era un simple desafío arquitectural y técnico, o un objeto puramente estético o sin estética. Desde antes de su construcción, tuvo muchos detractores y en febrero de 1887, un grupo de artistas, que incluyó escritores, pintores y arquitectos, escribieron una carta en la que se referían a ella como: “la inútil y monstruosa torre Eiffel”.

Al transcurrir las dos primeras décadas, la torre estaba tan deteriorada, que el notable ingeniero tuvo que destacar sus ventajas científicas (la más alta del mundo hasta 1930), para lograr salvarla. Por ello, decidió instalar una estación meteorológica en su cima y luego una antena telegráfica, que luego resultó de gran beneficio desde el punto de vista militar durante las guerras mundiales.

También financió algunos experimentos científicos llevados a cabo sobre o desde la torre, los cuales contribuyeron a perpetuarla. A partir de 1921, con el surgimiento de la radio, comenzaron a transmitir programas radiales. De igual manera ocurrió con la televisión años más tarde.

De Eiffel se dice que falleció mientras escuchaba la quinta sinfonía de Beethoven. Y sin dudas, la historia le dio la razón al empeñarse en salvar la torre, que hoy constituye un símbolo de París, pues en la década del 60 del pasado siglo, la monumental obra cobra fama internacional como centro turístico, y se convierte en visita obligada de todos aquellos que transitan por la legendaria y romántica ciudad.

En la actualidad alcanza los 324 metros, si se tiene en cuenta la altura de sus antenas de transmisión, y más de 300 millones de personas la han visitado. Con el paso de los años, la colosal estructura se renueva debido a los continuos avances tecnológicos y nuevos sistemas de iluminación. Imagino que debe ser sumamente grato para los parisinos divisarla desde lejos, y al verla, sentir que han llegado a casa.