La agorafobia provoca crisis de ansiedad frente a ciertas situaciones sencillas. Puede haber síntomas tanto psicológicos como físicos.

Se trata de una enfermedad compleja que, en cada persona, se manifiesta con ciertas peculiaridades. Si tuviésemos que clasificarla, diríamos que se engloba dentro de los trastornos de ansiedad.

Las personas que lo padecen sufren ansiedad o temor exagerado a lugares o situaciones en las que se sienten indefensas, atrapadas o avergonzadas. Por ejemplo, espacios abiertos, sitios muy concurridos o incluso el transporte público.

El problema es que los síntomas de agorafobia varían de manera notable, ya que esta patología abarca un conjunto de fobias que, a veces, se esconden entre sí.

Las manifestaciones más frecuentes

El DSM-V es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, actualizado en el año 2013. Es la herramienta que suelen utilizar los psicólogos y psiquiatras para identificar las diferentes patologías. Según este manual, los síntomas de agorafobia más frecuentes son los siguientes:

Sentir ansiedad en lugares donde puede ser difícil o vergonzoso escapar. Estas personas suelen tener miedo de sufrir una crisis de angustia y, aún más, de que les suceda en sitios donde no pueden recibir ayuda. Los lugares que más temor provocan son aquellos fuera de casa y muy concurridos, como los transportes públicos o los supermercados.

El miedo hace que se desarrollen conductas de evitación. Por ejemplo, si un síntoma de agorafobia es la ansiedad al montarse en un autobús, estas personas tratan de no hacerlo nunca. Van cambiando hábitos por miedo a tener una crisis.

Para poder diagnosticar la agorafobia, suele requerirse que las crisis de ansiedad sean repetidas o que surja una preocupación muy intensa a raíz de una de ellas. Es decir, que esa persona sienta pánico por la probabilidad de sufrir una crisis, o que cambie su comportamiento a partir de ese momento.

Es importante destacar que se deben excluir otros trastornos mentales para poder establecer un diagnóstico de certeza. Esto se debe a que, en muchas ocasiones, ciertas fobias específicas tienden a confundirse con la agorafobia, como la fobia social.

Síntomas de agorafobia

Los síntomas de agorafobia, como hemos señalado, varían según la persona. Es frecuente que este trastorno se manifieste como miedo a estar en sitios abiertos, especialmente cuando se está solo. Sin embargo, también puede ocurrir en lugares cerrados, como cines o teatros.

Otro de los rasgos es el temor a experimentar una situación embarazosa. Por ejemplo, caerse en público o incluso tener una crisis de ansiedad en frente de otros. Además, el miedo suele ser excesivo y muy intenso.

El problema es que la situación acaba afectando cada uno de los ámbitos de la vida del paciente. Poco a poco se crean conductas de evitación, como ya hemos mencionado. De esta manera, si alguien tiene miedo al transporte público, quizá para ir al trabajo o para realizar cualquier actividad de ocio, se vea imposibilitado.

Los síntomas suelen aparecer al final de la adolescencia o al principio de la vida adulta. La mayoría de estas personas se refugian cada vez más en su casa, llegando a salir solo para lo necesario.

Existe una mayor tendencia a que aparezca en mujeres que en hombres. Por desgracia, suele acompañarse de síntomas depresivos, pensamientos obsesivos y fobia social.

Si esta enfermedad no se trata, acaba convirtiéndose en crónica y retroalimentándose, llegando a ser incapacitante. Se debe tener en cuenta que, al fin y al cabo, se trata de un trastorno de pánico. Por ello, también se acompaña de síntomas físicos.

Cuando tiene lugar una crisis, la frecuencia cardíaca se acelera y puede haber una sensación de ahogo. Aumenta la sudoración, hay malestar y presión en el pecho que llevan, en casos extremos, al mareo y el desmayo. La ansiedad lleva a una sensación de pérdida del control y, en algunos casos, miedo a la muerte.

Es este un trastorno complejo que puede mostrarse de diferentes maneras. Estas personas tienen miedo a situaciones concretas, como utilizar el transporte público o acudir a lugares donde no pueden ser ayudados en caso de sufrir una crisis.

Es esencial que reciban un apoyo psicológico y un tratamiento adecuado. De otro modo, es posible que el trastorno se cronifique y acabe definiendo la vida de quienes lo padecen, impidiéndoles realizar su rutina con normalidad.

Alivio con medicina natural

Terapias energéticas y de meridianos

“En esta área también existe un amplio abanico de técnicas que permitirán desbloquear y equilibrar la energía y reactivar esta circulación energética, que, aunque no sea un término que se maneje mucho, es algo de lo que a estas alturas y con todos los conocimientos existentes, es imposible obviar. Hoy ya es habitual en hospitales, el uso de acupuntura, reiki o reflexología podal, y muchas otras son comúnmente empleadas en los tratamientos de medicina natural como masaje ayurvédico, kinesiología, gemoterapia, terapias con sonido etc.

Pero, como siempre aconsejamos, hay que ir al médico en primer lugar para conocer cuál tratamiento podemos tener o no. 

Foto: Mejor con salud

Fuentes: Mejor con Salud, Remedios Naturales