No hay nada más agradable que una larga ducha caliente al final de un largo día, seguido de un secado con la toalla grande y esponjosa favorita. Si bien esto debe hacernos felices, ciertos hábitos de secado pueden ser muy perjudiciales para nuestra piel. Frotar la piel del cuerpo o la cara con una toalla, especialmente, cuando se trata de una toalla gruesa, corta la piel porque es una tela demasiado rugosa para esta tarea. En su lugar, trate de secar suavemente su cuerpo. Este proceso reducirá la irritación y evitará heridas, además de preservarla de arrugas. Luego, aplique una crema hidratante tan pronto como salga de la ducha, mientras aún permanece la humedad. La piel la absorbe mejor si está mojada. Tampoco debe exagerar con la temperatura del agua, siempre será mejor tibia que demasiado caliente, el exceso de calor daña también nuestra piel.