La ciencia de la destrucción, reciente libro del escritor Antonio Armenteros, publicado por la editorial Letras Cubanas, agrupa nueve relatos que desasosiegan y atrapan al lector en una suerte de laberinto sin salida.

“Sus páginas están habitadas por personajes desarraigados, astutos, frustrados, ambiciosos, inconformes, a veces de una insana crueldad, víctimas de sus propias circunstancias, aquejados de fobias, hastiados de la
realidad, pulverizados todo el tiempo por un presente en el que no hallan asidero (…). Con una prosa limpia, el autor se sumerge en asuntos que van del erotismo a la marginalidad, siempre con la mirada puesta en el hombre como artífice o destructor de sí mismo”.

Asombra el uso de la belleza del lenguaje en contraste con escenarios y situaciones hostiles y de cómo se puede abordar desde una belleza lírica la violencia. Esta trata de las formas de vida y de comunicación y la imposibilidad de alcanzar desarrollos, visto de la perspectiva del sujeto que experimenta el subdesarrollo.

Los protagonistas de estas historias tienen una especie de autodestrucción o de destrucción de sus congéneres y de todo el “progreso”. Este volumen defiende la tesis de que cuando las personas olvidan los valores, no se apoyan en la ética y piensan solo en el oropel su camino no es otro que la decadencia.

En el cuento que le da nombre a todo el libro se da un resumen de cómo sería esta ciencia: vivir de espalda a la historia por completo; combatir la vida en lugar de gozarla; no recuperarse del desarraigo territorial; espiar el comportamiento de los que serán victimizados; comportarse todo el tiempo como guerreros, renacer de mafias, extremismos religiosos y neofascismos, la xenofobia –en la que el extranjero siempre es el enemigo–; y el usurpador de hábitats de identidades…

El libro funciona como una cuentinovela donde varios elementos se conectan entre los diferentes textos.

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