Tergiversar, incorporar falacias o sencillamente cambiar la historia por fines políticos resulta un disparate y una irracional decisión que en nada contribuye a la verdad y transparencia de la información que debe prevalecer con objetividad, y cual conocen, dominan y vivieron millones de seres humanos en el planeta.
De ahí que omitir el rol destacado y protagónico de la entonces Unión Soviética en el desenlace y victoria de la II Guerra Mundial contra el nazi-fascismo es una absurda ilusión, o quizás una aborrecida pesadilla de algunos gobiernos que instrumentan estrategias anti rusas y fomentan hoy una fobia alienada contra ese pueblo que tanto sacrificio y sangre ofrendó a esa contienda bélica, con alrededor de 27 millones de sus hijos asesinados.
En este convulso mundo podrán existir naciones con diferentes ideologías y sistemas socio-económicos, pero ello no da el derecho de silenciar la colosal obra de abnegación humana y coraje desplegado durante esos años de guerra frente a la Alemania nazi por parte de la URSS, la cual no entró morosamente a la contienda, sino que apoyó a otros países de la región que fueron vilmente invadidos y bombardeados salvajemente, y además lucharon contra campos de concentración establecidos por los invasores, y orientados a fomentar los crímenes de lesa humanidad entonces acontecidos en Europa.
Lamentablemente, países de Europa que a diferencia de Washington vivieron en su territorio los horrores de la guerra, como también los soviéticos, tratan de desvirtuar o minimizar el papel del Ejército Rojo durante los años de la beligerancia, luego que este estuvo en función de la liberación de naciones víctimas de la intervención nazi fascista junto a la resistencia de hombres y mujeres de los pueblos ocupados, logrando importantes avances frente al entonces poderoso enemigo representado por la Alemania nazi y sus aliados.
Las otroras generaciones de ciudadanos de países de Bulgaria, Hungría, Yugoslavia, Polonia, Checoslovaquia, Dinamarca, y otros pueblos, entonces contaron con el apoyo soviético en su emancipación, pues los nazis estaban decididos a arrasar con esas tierras y sus poblaciones, así venían haciéndolo.
En estos países, millones de personas murieron o fueron confinadas por sicarios hitlerianos, pero también perecieron en esos campos de batalla europeos, más de un millón de soviéticos y otro considerable número resultó herido o desaparecido, mientras contribuían con la salvaguarda de otros países.
También la historia reconoce la participación en la guerra, (luego de años de iniciado el avance y ocupación del nazi fascismo por Europa que duró del 1939 al 1945), de tropas y fuerzas de EE. UU que se incorporaron luego, en alianza con gobiernos de la región, y sufrieron miles de bajas en combates contra los invasores nazis.
Pero no puede obviarse, aunque algunos la silencian, la gloriosa Batalla de Berlín, entonces lugar reconocido bastión nazi, considerada una de las últimas operaciones efectuadas para liquidar a la Alemania fascista y poner fin a la II Guerra Mundial. La ofensiva fue del 16 de abril al 8 de mayo del 45 y fue decisiva para la toma de Berlín la incursión del Ejército Rojo soviético, acelerando la capitulación del nazi fascismo.
Esta conflagración dejó devastadoras huellas en Europa; millones de seres humanos perdieron la vida, territorios enteros destruidos, familias asesinadas y desaparecidos en campos de concentración nazi.
Esta horrible contienda dejó significativas lecciones para la humanidad en su conjunto. Deberá prevalecer la paz y el diálogo civilizado por encima de las diferencias ideológicas o de sistemas políticos, pues una nueva guerra global en este milenio de vasto desarrollo tecnológico, científico y nuclear será un holocausto mundial; no habrá ganadores, perderá el planeta, y la especie humana podría desaparecer.
Apostemos a una imperecedera paz, a la colaboración, el comercio, la solidaridad y buena vecindad entre las naciones. No más guerras ni muertes; salvemos la vida por encima de las divergencias.
¡Gloria eterna a los millones de víctimas de la II Guerra Mundial! ¡No al Fascismo!
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