“El 21 de enero, a las 6 horas 50 minutos de la tarde, en Gorki, cerca de Moscú, falleció Vladimir Ilich Ulianov…”

Cuenta el destacado intelectual y revolucionario cubano, Carlos Rafael Rodríguez, en un artículo publicado en la prensa de la época, que así, muy consternado, Mijail Kalinin, trasmitió la noticia la Congreso de los Soviets, y sus integrantes, hombres rudos de un temple especial, que no se doblegaron ni frente a las crueles torturas, en cárceles zaristas, lloraron por primera vez.

Y agregaba, que ese día, en todos los parajes del mundo, desde la estepa asiática al Times Square, millones de trabajadores alzaron sus puños en homenaje silencioso porque se marchaba Lenin, el jefe, el maestro, el amigo de los oprimidos.

A su funeral, desestimando el frio brutal que hizo descender los termómetros hasta los -30 grados, asistieron decenas de millones de personas, y las despedida fue seguida en vivo, por las multitudes en todos los confines del planeta.

Con su muerte dejaba de latir un inmenso corazón, que marcaba una vida breve –apenas 54 años-, pero aún así sintetizaba las más altas realizaciones del movimiento revolucionario en el mundo moderno de su tiempo.

Es verdad que Lenin tuvo y tiene muchos detractores, sobre todo entre quienes desde la explotación y la riqueza, no quieren que las cosas cambien; pero son muchos más quienes la reverencian y le aplauden, en tanto son muchos más quienes integran el bando de los oprimidos, los hambrientos, los que le ven como un revolucionario ejemplar, que les armó del andamiaje teórico y les señaló el camino hacia un mundo pleno de realizaciones, sin explotados ni explotadores.

Entre los mayores méritos de Lenin fue haberse convertido en el mejor discípulo de Carlos Marx y Federico Engels, creadores del marxismo, conjunto de las doctrinas filosóficas, económicas y políticas, erigidas base ideológica del materialismo histórico y dialéctico, y el comunismo, que no solo estudió y asumió, sino que también enriqueció y llevó a la práctica, con la fundación del primer estado socialista del planeta, después de haber fundado el partido de la clase obrera, hecho y encabezado la revolución, que emancipó a los campesinos y la naciente clase obrera.

Con ello delineó el camino, teórico y práctico, en el propósito de hacer la revolución, y consciente, de que la de su pueblo, era no más que un episodio en la lucha mundial de los trabajadores, fundó la III Internacional, para guiar y colaborar, con los más avanzados y puros combatientes revolucionarios, de todas las naciones del planeta, en sus propósitos emancipadores.

Quedó demostrado que la Revolución era la ruta. Cuando se hizo del poder, en unos pocos años, Rusia, de país agrario muy atrasado, en solo unos pocos años pasó a ser una de las potencias más desarrolladas del planeta. La Rusia leninista no solo pudo rechazar las embestidas de muchas de la naciones capitalistas igual de poderosas que querían derrotarle, también jugó el papel protagónico en la derrota del fascismo.

A Lenin le debemos el surgimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y es innegable el papel que ella jugó en el sostenimiento de la paridad mundial y el freno a las pretensiones imperialistas de hacer del resto de las naciones del planeta obedientes marionetas, incluidas sus aliados.  

Mucho tiene y tendrá que agradecer el mundo a quien fundió su vida con la historia de las revoluciones proletarias. Entonces era de esperar que cuando el 21 de enero de 1924 el corazón de Lenin dejara de latir, el marxismo leninismo permaneciera vivo.

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