La fecha del 28 de septiembre constituye una efeméride trascendental en la historia de la Revolución Cubana. Ese día de 1960, ante la cruzada contrarrevolucionaria instrumentada por elementos delictivos con patrocinio de la oligarquía nacional y la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, el máximo líder Fidel Castro se dirigió al pueblo desde el entonces Palacio Presidencial en La Habana y exhortó a defender la Patria de las acciones violentas, terroristas, que ya tenían expresiones con actos de sabotajes e intentos desestabilizadores del país.
Esa noche, ante una multitud que demandaba respuesta ante las abominables acciones de los extremistas, batistianos y agentes de la CIA, el Comandante en Jefe señaló: "Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo".

Y con el objetivo de salvaguardar el proyecto emancipador de la Isla y potenciar la unidad en torno a la defensa de la independencia y tranquilidad ciudadana de la población fueron erigidos a partir de ese momento, los Comités de Defensa de la Revolución que constituirían desde entonces una pujante fuerza movilizadora y de protección de los intereses de los ciudadanos.
Ese 28 nacieron los CDR, un Comité en cada cuadra de la comunidad como símbolo de cohesión y apoyo a las principales tareas sanitarias como donaciones de sangre, vacunación, misiones educativas y de prevención social, tareas solidarias y de colaboración ante desastres naturales, entre otras relacionadas con la limpieza e higiene de las localidades como recogida de materias primas y trabajos voluntarios.
Y particularmente de manera prioritaria se estableció desde su fundación la vigilancia revolucionaria, esa que en los momentos más complejos y de inminente peligro de la nación posibilitó evitar considerables pérdidas materiales y humanas ante quienes fomentaban provocaciones, amenazas y actos de terror financiados y apoyados desde el exterior para subvertir el orden y la paz en el territorio cubano.
También esa fuerza popular convertida en organización de masas en las localidades ha sido decisiva para combatir y neutralizar disímiles delitos que también conspiran contra la institucionalidad del país, entre los que se ubican el consumo de drogas y su distribución por inescrupulosos elementos que con fines de lucro intentan incentivar esa práctica la cual en Cuba es muy perseguida y sancionada por las autoridades debido a sus letales consecuencias para la salud mental y vida de las personas, esencialmente de los jóvenes.
La multitud que ese día se aglutinó en Palacio presta a escuchar las palabras combativas y con firme determinación de su Comandante en Jefe de defender la obra en desarrollo del recién naciente proceso revolucionario, respondió con exclamaciones de; ¡Viva Cuba Libre!, a la vez que entonaban las notas del Himno Nacional, como símbolo de los patriotas cubanos.
Hoy los CDR continúan siendo un baluarte de la Revolución, aunque en contexto y condiciones diferentes al año 1960. Pero su esencia de defensa de los intereses de la población y de salvaguarda de la Patria continúan intactos. Los millones de miembros de la organización en estos difíciles momentos no cejan en su empeño de lograr con esfuerzo y sacrificio el incremento de la producción nacional y a la vez quebrantar el injusto, criminal y recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero de Washington contra la Mayor de las Antillas, asedio genocida que vulnera los derechos humanos de todos sus ciudadanos.
Fidel creó esa fuerza pujante, organizada y preparada para cualquier contingencia con la confianza de que el futuro de la Patria depende de la indisoluble unidad del pueblo frente a los enemigos que intenten ultrajar los valores, principios, conquistas, y símbolos de la nación caribeña.