Eduardo García Lavandero se incorporó a la gesta liberadora de Cuba a partir del golpe de Estado del dictador Batista el 10 de marzo de 1952, y luego de ser apresado por su actividad frente a los desmanes del régimen se vió precisado a ir al exilio en los Estados Unidos. Y desde allí continuó su labor con otro patriota, Evelio Prieto, ambos recopilaban armas para ser introducidas en la Isla hasta conocer al líder estudiantil José Antonio Echeverría y sumarse al Directorio Revolucionario (DR) que ya accionaba contra la tiranía.

Tuvo Eduardo una participación activa con el DR en la lucha clandestina, y aunque durante los hechos del 13 de marzo con el asalto al Palacio Presidencial no estaba en la Isla, apoyó a los sobrevivientes que salieron del país ante la férrea represión impuesta. Y al mismo tiempo se dedicó a organizar una expedición con el propósito de abrir un frente de combate en las montañas del Escambray, desembarcando el 8 de febrero de 1958 junto a otros miembros del Directorio formando entonces un movimiento guerrillero.

Posteriormente es designado Jefe de Acción y encomendado a una misión en la capital llegando entonces a ser Jefe del Directorio en el llano.

Esbirros de la tiranía que tenían vigilado el edificio Washington ubicado en las calles Jovellar y Soledad, en La Habana, sorprenden a Eduardo que desconociendo la presencia de los sicarios de Batista se dirigía al lugar. Aquí primero es herido, y luego perseguido y ametrallado con saña por sus enemigos, resultando asesinado el 23 de junio de 1958.

Apenas unos seis meses después de la muerte de Eduardo se produjo el triunfo del Primero de Enero de 1959, la victoria que este grande de la Patria no logró ver. Pero su impronta al servicio del pueblo está presente en cada cubano presto a salvaguardar la independencia por la que él y tantos compatriotas ofrendaron sus vidas.

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