Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, era abogado de profesión y a pesar de haber nacido en una familia de abolengo y descendiente de terratenientes, tuvo un rol protagónico durante la Guerra de los Diez Años frente al colonialismo español.

En el año 1867 habían madurado sus ideas independentistas, y comienza a conspirar desde Manzanillo donde residía y zona en la cual fundó y dirigió la Junta Revolucionaria de ese territorio, orientando su accionar contra la Metrópoli española. Aquí mantiene vínculos con Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, y otros revolucionarios de la localidad.

Luego del fallecimiento de su esposa a inicios de 1868, Céspedes decide trasladarse al ingenio de La Demajagua, y ocuparse de actividades del campo, más que a labores de su profesión como abogado en un bufete.

Para el 4 de agosto del propio año, él consideraba que estaban creadas las condiciones para levantarse en armas contra el ejército español. Sin embargo, entonces no logró el consenso en la reunión de ese día que hubo de realizarse en San Miguel de Rompe, donde defendió su posición de comenzar la guerra por la libertad del país.

Foto: Tomada de Redes Sociales

Posteriormente es elegido jefe máximo del levantamiento armado que fue acordado para el 14 de octubre de 1868, pero conociendo que podrían ser detenidos él y otros participantes en la gesta, decidió adelantar la fecha y precisamente el 10 convocó a los patriotas prestos para el combate, retumbando la Campana de La Demajagua para dar comienzo a la guerra. Y con la peculiar valentía y firmeza característica, proclamó el grito de Independencia o Muerte, al tiempo que ofrecía la libertad a sus esclavos convocándolos a sumarse como hombres libres al combate contra los invasores, siendo secundado por otros hacendados criollos.

Las huestes mambisas de Céspedes, con el grito de ¡Viva Cuba libre! entraron en Yara y comenzaron los enfrentamientos con las tropas españolas con unos pocos fusiles. Y la noche entre el 11 y 12 de octubre reanudó el rumbo con su pequeña tropa, algo diezmada, hacia la Sierra, y en esas condiciones el Padre de la Patria replicó a uno de los hombres que le acompañaban que creyó concluida la marcha (ante el descalabro sufrido ese día frente al ejército español), ¡Aún quedamos doce hombres; bastan para hacer la independencia de Cuba!

En ese contexto se suscitaron otros alzamientos y fueron tomando comunidades y territorios, llegando a Bayamo el día 20 donde fue recibido como el Libertador. Asimismo, continuó su accionar patriótico por el territorio enfrentando las huestes enemigas, y defendió la abolición de la esclavitud, aunque primero de forma gradual para aproximar a los terratenientes con recursos para la guerra, hasta poder firmar el decreto que la abolía totalmente que fue el objetivo de Céspedes.

Se oponía también a la aprobación de formas de gobierno por ser extremadamente democráticas y republicanas fuesen a limitar las atribuciones del ejecutivo y del General en Jefe para dirigir la guerra, considerando que para tener República, primero había que hacer la guerra.

De igual manera, trazó estrategias para llevar la guerra a todo el país, promovió la idea de darle un carácter nacional a la contienda, anhelando llevarla al occidente e ir destruyendo recursos y riquezas de España en la Isla.

Intentó llevar la gesta al mar con oficiales de la Marina, y declaró traidor a todo aquel que negociara con los españoles, huestes enemigas del Ejército Libertador, y fue además un defensor de la lucha irregular y la acción diplomática en busca de reconocimiento y apoyo en la región de América, para la República en Armas.

El también Mayor General del Ejército Libertador de la contienda del 68, y cual había llegado a la Presidencia de la República en Armas en abril de 1869, por contradicciones internas e intrigas tejidas a su alrededor fue sustituido del cargo en 1873 y sin escolta alguna confinado a lo intrincado de la Sierra Maestra, la finca San Lorenzo, hasta que el 27 de febrero de 1874 muere en enfrentamiento directo con un destacamento español, estando solo en ese recóndito lugar.

Carlos Manuel de Céspedes es considerado el Padre de la Patria, por su coraje como líder y ferviente amor y entrega a la causa de la Independencia. Años antes, en mayo de 1870 cuando fue informado por la Capitanía General española que su hijo menor Oscar había sido capturado y lo condenarían a muerte si no se entregaba, éste con su firmeza característica respondió; “Oscar no es mi único hijo: yo soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la Revolución”.

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