"Atención, cubanos, es el Movimiento 26 de Julio, llamando a la Huelga General Revolucionaria. Hoy es el día de la libertad. Día de la Huelga General Revolucionaria". Así lo anunciaba por la radio el combatiente Wilfredo Rodríguez. Era la mañana del miércoles 9 de abril de 1958 y pretendía ser el día que se atravesara en el corazón de la dictadura batistiana.

La Huelga General fue uno de los hechos más importantes de la última etapa de la guerra de liberación, no tanto por lo que directamente en que en ella se logró, sino por sus consecuencias y enseñanzas. Con la misma idea de las huelgas generales que habían llevado a defenestrar al tirano Gerardo Machado casi 20 años antes, se repetía ahora. Pero las condiciones no eran iguales.

De eso se había dado cuenta Fidel desde la Sierra Maestra. A su entender, aun no estaban maduras las condiciones para que fuera exitosa la huelga, y que condujera al fin de la dictadura. Dentro de su concepción, la lucha debía basarse en la acción armada, y que las operaciones en el llano debían ser el complemento, que culminaría con una huelga para dar el tiro de gracia. No obstante su criterio personal, y anteponiendo la unidad revolucionaria, Fidel firmó el llamamiento a la acción.

En muchos sitios del país se sucedieron hechos por parte de las fuerzas revolucionarias, a la par de las incursiones de las fuerzas guerrilleras en territorio que no controlaban en ese momento. En La Habana fueron varias las acciones, dirigidas por Faustino Pérez. Una de las más recordados es el asalto a la armería de la calle Mercaderes, en La Habana Vieja, recreado en el filme Clandestinos. Además, fue fuerte la presencia revolucionaria en Guanabacoa y el Cotorro.

En otras localidades del país también se sintió la huelga. Santiago de Cuba, Matanzas, Quemado de Güines, Santa Clara, Ciego de Ávila y Camagüey fueron testigos de la valentía de los jóvenes revolucionarios, y especialmente Sagua la Grande, que logró ser tomada durante algunas horas. Pero como había avizorado Fidel, las condiciones no estaban prevista, y la situación no se pudo sostener por mucho tiempo. La represión de la tiranía se sintió con especial fuerza, y muchos fueron los que cayeron, entre ellos Marcelo Salado, uno de los mártires de la jornada. La dictadura, envalentonada, luego de reprimir las acciones en las ciudades, preparó su ofensiva contra la Sierra Maestra creyendo que esa victoria momentánea los haría vencer.

Si bien la Huelga General fue un fracaso, y hubo de pagarse su costo en vidas valiosas, dejó varias lecciones que se revirtieron en lograr el triunfo. La principal fue que evidenció lo acertado de las concepciones de Fidel. La reunión de Alto de Mompié sirvió para analizar las causas de la acción fracasada y depurar responsabilidades. A partir de ahí la dirección de la lucha radicaría en la Sierra Maestra y Fidel Castro sería el Comandante en Jefe de todas las fuerzas.

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