Este 28 de enero se conmemora el 170 aniversario del natalicio de José Martí, el cubano más universal que la historia de Cuba haya contemplado hasta nuestros días. Su obra política y literaria trascendió el siglo XIX, y luego de dos centurias continúa manteniendo plena vigencia.
De igual manera sus ideas revolucionarias y de profundo humanismo rebasaron las fronteras de la Isla, constituyendo un símbolo para los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo que luchan por la independencia de sus pueblos con justicia, e igualdad social.
La obra del Apóstol refleja la esencia emancipadora y anticolonial de su pensamiento, al tiempo que advierte sobre el peligro que representa la voracidad de Estados Unidos sobre las tierras de Nuestra América, y el acecho hacia la región de este imperialismo en desarrollo.
También fue el Maestro artífice del Partido Revolucionario Cubano, organización que creó para lograr la unidad entre los pinos nuevos y veteranos de la gesta del 68, programa que permitió cohesionar a los futuros combatientes, a los mambises que luego protagonizarían la Guerra Necesaria del 1895.
Así mismo, la estrategia, estructura y disciplina concebida con la fundación del PRC posibilitó alcanzar importantes victorias frente al ejército español, y aunque Martí muere tempranamente el 19 de mayo, a solo tres meses de iniciada la epopeya, la estructura y ordenamiento político conformado contribuyó a extender la contienda del oriente hacia el occidente del territorio nacional.
Su legado alcanzó a la generación del Centenario que liderados por el Comandante en Jefe Fidel Castro en 1953 asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, bastiones entonces de la tiranía batistiana. De ahí la histórica frase enarbolada por Fidel en el juicio por el trascendente suceso, al referir que el autor intelectual de esa acción, era José Martí.
La Revolución Cubana de 1959 revindicó el pensamiento y obra del Apóstol. Su obra está en cada escuela, en los campesinos y obreros agrícolas con el quehacer de la Reforma Agraria que les dio tierras acabando con el latifundio, y además propició la erradicación del analfabetismo que mantenía a millones de personas sometidos en la ignorancia, así como existían altos índices de incultura en general.
Al mismo tiempo el proceso erigido el Primero de Enero dignificó a las féminas y potenció la eliminación de la desigualdad de raza, clase y credo, promoviendo además como nunca antes los principios martianos de justicia y solidaridad, atendiendo a la concepción de Martí de que “Patria es Humanidad”.