El 27 de noviembre de 1871 se consumaba en La Habana uno de los crímenes más horrendos del colonialismo español en nuestra Isla. Eran asesinados ocho estudiantes de Medicina. El delito, nunca probado en juicio, fue el de “profanar” la tumba de Gonzalo de Castañón, hecho que su propio hijo desmentiría años después.
Este crimen conmovió a la sociedad habanera de la época, pues no se trataba de caídos en combates a kilómetros de distancia, eran jóvenes con escasa participación política. Pero sobre todo, resaltaba el odio con que se desarrollaron los acontecimientos; si en un primer momento parecía que se salvarían, un motín del Cuerpo de Voluntarios exigió sangre, cual bárbaros cegados de odio. Ocho jóvenes son condenados a muerte, incluyendo a tres escogidos al azar, símbolo máximo de la injusticia. El mayor no pasaba de los 20 y el más joven solo tenía 16 años.
Pero no únicamente los ocho estudiantes de Medicina fueron los asesinados ese 27 de noviembre. En total fueron 13 los ultimados, número fatídico en numerosas culturas. En los entretelones de la historia, tras el silencio doloso o inocente, está el intento de un grupo de abakúas por rescatar a los condenados. Hecho que se cobró la vida de cinco de ellos.
Algunas versiones desmienten estos hechos con el argumento de que los libros registrales de los cementerios no contienen ningún registro sobresaliente esos días. Por otro lado, el primer Historiador de la ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, hace notar el suceso. La hipótesis más aceptada parece ser las que relacionan al negro Álvarez de la Campa con Alonso Álvarez de la Campa (en esa época era usual que los esclavos adoptaron el apellido de sus amos), el más joven de los estudiantes de Medicina condenados.
Esta relación de leche parece ser también una analogía de religión, pues algunos plantean que ambos pertenecían al mismo juego Akanarán Efó Muñón, que había comenzado a admitir blancos. Ya sea por motivos de fraternidad religiosa o de la más pura solidaridad ante el crimen, cinco abakúas anónimos intentaron liberar a los condenados, cayendo ante la superioridad de las armas españolas.
Ver además:
Es bueno seguir aprendiendo echos historicos
Creo que la historia se repite. Otra vez la prepotencia de un imperio y otra vez son los mismos cubanos, pero ahora con sede en Miami, quienes más quieren ver a su pueblo sufrir.