El origen de la Biblioteca Nacional de Cuba se remonta al 18 de octubre de 1901, cuando el gobierno interventor norteamericano la creó en un salón del Castillo de la Real Fuerza, en La Habana Vieja.

Los primeros libros de la institución pertenecieron a su primer director, Don Domingo Figuerola Caneda, quién donó su colección personal de 3000 volúmenes. A partir de ese momento muchos intelectuales de la época realizaron donaciones de sus colecciones particulares.

Vista de la Sala de Lectura en el Castillo de la Fuerza. Foto: Sitio de la Biblioteca Nacional José Martí

En 1902 trasladaron la biblioteca para los altos de la antigua Maestranza de Artillería. Años más tarde, la señora Pilar Arazosa de Muller concedió una pequeña imprenta, lo que posibilitó la edición de los primeros números de la Revista de la Biblioteca Nacional, fundada también por Figuerola, director de la institución hasta 1920.

Según su segundo director, Francisco de Paula Coronado, en 1929 las estanterías de la biblioteca se trasladaron al Capitolio Nacional, que se encontraba en construcción. La mayoría de los libros los guardaron en cajas y los llevaron a una nave del viejo Presidio en la calle Prado.

Poco tiempo después hubo un incendio que destruyó algunos libros y documentos y otros fueron almacenados, expuestos al polvo y la humedad, por lo que la Biblioteca Nacional sufrió un enorme deterioro.

Por esta razón, el entonces historiador de la ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, fundó la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional en 1936, donde los intelectuales cubanos denunciaban la desorganización educativa y cultural que sufría la isla y en especial la biblioteca.

En 1938 la institución retornó para el Castillo de la Real Fuerza, lo que incrementó aun más los daños causados a las obras, por la forma precipitada y descuidada de su traslado.

Poco tiempo después, el intelectual José Antonio Ramos, fue nombrado asesor técnico de la institución, quien clasificó y catalogó los fondos existentes. Además, realizó una significativa labor con una enorme trascendencia para la Biblioteca Nacional.

Foto: Sitio de la Biblioteca Nacional José Martí

Se fundó la Junta de Patronos que promovió el desarrollo institucional, para lograr su financiamiento y la adquisición de nuevos libros. En marzo de 1941 se promulgó una ley, en la que el estado estableció un impuesto de lo recaudado en la zafra de ese año, para destinarlo a dicha Junta. De esta manera se compró el terreno para la construcción del edificio donde radica la actual Biblioteca Nacional.

Por iniciativa del célebre intelectual Don Fernando Ortiz, en 1949 la Junta de Patronos, designó que la institución se nombrara José Martí. La primera piedra la colocaron el 28 de enero de 1952, en honor al aniversario 99 del natalicio del héroe nacional.

El 12 de junio de 1957 se dispuso la entrega del inmueble a la Junta de Patronos, así como el traslado de la biblioteca a la nueva edificación, ubicada en la Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución.

La nueva Biblioteca Nacional fue una de las obras más notables de su época. Concebida como una torre de 15 pisos con amplias salas de lectura, con un adecuado nivel de iluminación. Poseía un equipamiento técnico para la preservación y conservación de los libros y documentos, una imprenta, una sala de teatro y una de música.

Después del triunfo de la revolución en 1959 la doctora en Ciencias Sociales y Derecho Público, María Teresa Freyre de Andrade ocupó el cargo de dirección y redefinió sus objetivos, funcionamiento, normativas y nueva estructura organizativa.

Colocación de la primera piedra. Foto: Sitio de la Biblioteca Nacional José Martí

Las colecciones de obras fueron reorganizadas, catalogadas y clasificadas con reglas novedosas. Ampliaron los departamentos existentes y crearon otros como los de Selección, consulta y referencia, Arte y Biblioteca Juvenil.

Al año siguiente se determinó que los títulos publicados en la época de la colonia hasta 1902, existentes en la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, pasaran a la Biblioteca Nacional. Así incrementaron las colecciones cubanas del siglo XIX.

Durante esta etapa, desarrollaron diversos proyectos culturales y científicos. Efectuaron actividades divulgadoras de las artes plásticas, la literatura y la música. Impartieron cursos, conferencias, realizaron conciertos y diferentes eventos con representantes de la cultura cubana.

Foto: Sitio de la Biblioteca Nacional José Martí

Esta institución, rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, propició el surgimiento de una red nacional de bibliotecas distribuidas en los lugares más recónditos del país. Por ello, fue necesario formar personal capacitado y especializado por lo que, en 1962, surgió la Escuela de Capacitación Bibliotecaria, nombrada después: Escuela de Técnicos de Bibliotecas.

En las décadas siguientes desarrollaron las colecciones de obras y el servicio al público, no solo por la Biblioteca Nacional sino a través de la red de bibliotecas públicas. Pero, en los años 90 se afectó notablemente su funcionamiento, debido a la gran crisis económica que atravesó el país. Luego comenzó una lenta recuperación y reiniciaron la publicación de la Revista de la Biblioteca Nacional.

Foto: Sitio de la Biblioteca Nacional José Martí

Esta entidad es la encargada de adquirir, conservar y divulgar las obras del patrimonio bibliográfico nacional. Compila las obras escritas, publicadas o no, y todo tipo de documentos resultantes de la creación artística, investigación histórica, científica, recreación, deporte, en fin de cualquier información acerca de la vida del país, así como personajes y hechos que hayan contribuido a formar rasgos esenciales de la nacionalidad.

Posee un desarrollo de las colecciones en dos niveles fundamentales: la colección cubana con obras publicadas en Cuba o editadas en el exterior por autores cubanos y la extranjera, con materiales de todas las áreas geográficas del mundo y obras representativas de la cultura universal.

Entre los múltiples retos que debe afrontar el colectivo de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, además de la actualización en materia tecnológica, en los procesos técnicos que harán más eficientes los servicios y que resultan vitales para responder las demandas de los usuarios del siglo XXI, en la investigación y visualización de los contenidos de sus colecciones, se precisa, también, cultivar el alma y el intelecto de quienes afrontan las diversas labores relativas a la profesión bibliotecaria.

La Biblioteca Nacional ha transitado por diferentes épocas, pero siempre vinculada a la Cultura nacional. En su etapa actual pretende aprovechar al máximo las nuevas tecnologías para salvaguardar el patrimonio bibliográfico nacional y lo más representativo de la literatura universal, y así contribuir al desarrollo científico y cultural de la sociedad cubana.

Referencias

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Sitio Web de la Biblioteca Nacional José Martí

Enciclopedia cubana EcuRed