José Antonio Saco nació el 7 de mayo de 1797, en una familia relevante de la sociedad bayamesa. Con el tiempo se convirtió en uno de los más grandes polemistas cubanos, quizás el más grande de todo el siglo XIX y defensor acérrimo de la nacionalidad sobre la idea anexionista.

Desde joven tiene contacto con lo más adelantado de las ideas dentro de la Isla al trasladarse hacia La Habana. De esta forma va tomando cuerpo su pensamiento, moldeando sus opiniones sobre la necesidad de abordar críticamente la situación de la esclavitud y de darle a las ciencias un enfoque cubano. Pero lo que le daría sello propio e impulso sería su encuentro con Félix Varela, del que fue alumno. Hacia él sintió verdadera devoción, sentimiento que fuera reciprocado.

La mayor parte de su obra intelectual estuvo enfocada a hallar respuesta a los problemas nacionales a partir de los amplios conocimientos que dominaba, tratando de imbricar lo más avanzado y científico del pensamiento de la época con la realidad cubana, entendiendo que esto conduciría a producir un progreso autóctono, acorde a nuestras necesidades y circunstancias.

Entre los principales trabajos de Saco se encuentra Memorias sobre los caminos en la isla de Cuba de 1829. En 1830 ve la luz, Memorias sobre la vagancia en la isla de Cuba, texto fundacional de la literatura social en la Isla, en donde denuncia algunos de los vicios que empobrecían la sociedad. También publicó Análisis de una obra sobre Brasil. El final de su vida lo dedicó a su obra Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, acaso una de las más sobresalientes obras en el estudio de tan penosa institución.

José Antonio Saco estuvo envuelto en algunas de las más grandes polémicas del siglo XIX cubano. La que mantuvo con el escritor español Ramón de la Sagrá lo definió así y lo colocó concluyentemente en el centro del debate de la entonces incipiente cubanía. Aunque a priori parecía una querella sobre literatura, comenzó como un ataque del peninsular a la idea de lo cubano y lo americano, usando como vehículo la obra de José María Heredia, unido a las arremetidas contra su maestro Félix Varela.

Furibundo antianexionista, gran parte de su vida tuvo que cargar con las ideas que lo vincularon al anexionismo a raíz de malinterpretaciones de cierto artículo suyo. Por esto, gran parte de su trabajo se enfocó en su defensa y de desvincularse y atacar a los anexionistas. Tanto tocó en su espíritu esta disputa, que pidió grabar en su sepulcro un epitafio que rezara: “Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue más cubano que todos los anexionistas”.

Saco nunca fue independentista, pero sí contribuyó a su desarrollo. Su recto pensamiento reformista, pero no revolucionario, no permitió ver las luces que señalaba la independencia. Su arenga en defensa de la nacionalidad, su lucha por el fin de la esclavitud, sus críticas al régimen colonialista y sus batallas contra el anexionismo fueron elementos que abonaron el camino para la insurrección, aun cuando no la deseaba. Y si bien no la apoyó, tampoco la atacó.

Falleció Saco en Barcelona, el 26 de septiembre de 1879. Enterrado en el cementerio de Colón yacen los restos de tan ilustre cubano, bajo el epitafio que pidió, que no fue colocado por gobierno alguno, ni ninguna de las grandes instituciones a las que perteneció, sino por una colecta de una escuelita de Marianao, más de 50 años después: "Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue más cubano que todos los anexionistas".

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