En ocasión del centenario de la caída en combate del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, el 11 de mayo de 1973, el Líder Histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, señaló que “En Guáimaro, población liberada, se reunieron los representantes de Camagüey, de Oriente, de las Villas y de La Habana para organizar la República, para hacer una constitución, para establecer determinadas formas de gobierno, para conciliar los criterios opuestos. Y allí nació la histórica Constitución de Guáimaro, la elección del Presidente de la República, de un General en Jefe, y el establecimiento de una Cámara de Representantes.”

Hace 152 años, en la búsqueda de la unidad en torno a la conquista de la independencia de Cuba, se reunieron, entre el 10 y el 12 de abril de 1869 representantes de cada una de las regiones en lucha: Oriente, Camagüey y Las Villas.

Los jefes militares discrepaban en cuanto a cómo se debía conducir la guerra: Carlos Manuel de Céspedes abogaba por un mando único donde las funciones civiles y militares son asumidas por la misma persona, en tanto Agramonte, con el apoyo de los camagüeyanos y los villareños, entendía que el poder civil y militar debían estar separados, pero con predominio del mando civil.

Igualmente, cada una de las regiones había constituido antes su gobierno y poseía su propia bandera. En Oriente era la de Céspedes y el resto de las zonas en lucha, habían asumido la de Narciso López.

Hasta hoy ambas banderas siguen presidiendo las sesiones del Parlamento cubano. Foto: Cubadebate

La Constitución fue elaborada y aprobada el mismo día 10, donde también se acordó dividir la Isla en cuatro departamentos miliares: Oriente, Camagüey, Las Villas y Occidente, éste último aún no incorporado a la lucha. Al día siguiente se adoptó como enseña nacional la bandera izada por Narciso López, el 19 de mayo de 1850, en Cárdenas, y que la de Céspedes la acompañara en las sesiones de la Cámara de Representantes. 

Asimismo, fueron electas la Cámara de Representantes, y las secretarías de Hacienda, Interior, Relaciones Exteriores, y Guerra, además del Presidente de la República en Armas y el General en Jefe. Al día siguiente, los principales cargos fueron investidos y juramentados. Nacía entonces en Cuba una república.

La mujer también tuvo su presencia en las sesiones de la Asamblea Constituyente, mediante la figura de la patriota camagüeyana Ana Betancourt Agramonte, quien asistió como invitada y al intervenir defendió el derecho de las mujeres a la igualdad y el cese de la explotación femenina, y a luchar por la libertad de la Patria en todas las vertientes posibles, incluso como combatientes.

Tras la votación, la presidencia de la República en Armas fue ocupada por Céspedes, acompañado por  Salvador Cisneros Betancourt como vicepresidente y al frente de la Cámara de Representantes, e Ignacio Agramonte, como Secretario de Guerra.

Sólo estuvo vigente hasta 1878 cuando se produce la firma del Pacto del Zanjón, pues a pesar de los buenos propósitos que la guiaron, no fueron resueltas del todo las discrepancias, y la desunión, el caudillismo y el regionalismo, entre otras diferencias en las filas mambisas, dieron al traste con la obtención de la independencia de Cuba frente al colonialismo español.

No obstante, la Constitución de Guáimaro es considerada la más radical de las existentes hasta ese momento en Latinoamérica, y sirvió de base a las  que vinieron después, tanto en el periodo colonial como en la neocolonia. Recordemos la de Baraguá, en 1878; Jimaguayú, en 1895;  La Yaya, en 1897; así como las de 1901 y 1940, e inclusive algunos postulados de la soberanía nacional, entre otros, se mantienen vigentes.

Al referirse a esta Carta Magna, el Doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana,  Oscar Loyola Vega en entrevista concedida a Felipa Suárez Ramos, del semanario Trabajadores, afirmó: “Habría que decir que el constitucionalismo cubano mambí de Guáimaro sentó unas bases que han durado más de cien años, en lo que se refiere a soberanía, independencia absoluta e igualdad de todos los cubanos. Valió la pena que Guáimaro existiera solamente por el artículo 24, el cual expresa: `Todos los habitantes de la república son enteramente libres`, con lo cual se abolió de un plumazo la esclavitud y se igualó el blanco con el negro”.

E indicó que sus leyes complementarias establecieron todas las libertades clásicas del siglo XIX, en algunos casos de modo mucho más radical que en las aprobadas en América Latina, y que aquel acto acostumbró a los cubanos a participar en la elaboración de un texto constitucional, así como a discutir leyes y la estructura política de un estado, algo hasta entonces no permitido por España en condiciones de igualdad, por ser Cuba una colonia, e igualmente sentó pautas de constitucionalismo en cuanto a independencia y soberanía absolutas.

El 10 de abril de 2019 fue proclamada la nueva Constitución cubana, cuyo segundo aniversario celebramos hoy. Foto: Estudios Revolución

Otras, como ya se afirmó sobrevinieron después, pero ésta fue la primera. Ya tras el triunfo revolucionario de 1959 y con un país verdaderamente libre se han proclamado otras dos. La primera, el 24 de febrero de 1976, en acto solemne y público, luego que el día 15 de ese mes fuera sometida a referendo para su aprobación y en el cual votó el 98% de los electores, de los cuales el 97,7% lo hizo afirmativamente.

A 150 años de aquella concebida en Guáimaro, en 2019 y tras amplia consulta popular, los cubanos volvieron a aprobar una nueva Carta Magna, que fue proclamada el 10 de abril de ese año, en sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y cuyo segundo aniversario celebramos hoy.

Fuentes consultadas: