Este 4 de noviembre se cumple un aniversario más del inicio de la Operación Carlota. Con este nombre se conoce a la misión militar cubana en Angola, llamada así en honor a una esclava africana que lideró una rebelión en la zona de Matanzas.
Aunque la colaboración con Angola había comenzado antes con la asistencia de instructores militares cubanos a solicitud de la dirigencia de aquella nación. Entre el 2 y 3 de noviembre de 1975 se produce el primer encuentro entre las tropas sudafricanas en dirección a Luanda con los instructores cubanos y sus discípulos angolanos.
Por la superioridad en hombres y poder de fuego, los invasores lograron numerosas bajas. Al conocer de esta situación, y el peligro que suponía para la existencia de una Angola independiente, el día 4 de noviembre el Comandante en Jefe Fidel Castro y la dirección cubana decidió el envío de las primeras tropas regulares. El día 5 se reunió con los primeros voluntarios y explicó la situación a la que se enfrentarían en suelo africano, y los peligros a los que estarían expuestos.
Las recién llegadas tropas cubanas junto a la de las FPLA les propinaron duras y rápidas derrotas a los agresores que posibilitó a Agostinho Neto proclamar la independencia de Angola. Pero la reacción de las fuerzas de la Sudáfrica del apartheid, apoyadas por Estados Unidos, hizo que la colaboración cubana aumentara y alcanzara el carácter de epopeya.
La decisión tomada por la Revolución y secundada por el pueblo no salió de la nada, era la decisión lógica sustentada en fuertes ideas humanistas. En respuesta a las concepciones imperialistas, la revolución cubana proponía un cambio radical de paradigmas. Frente a la invasión, solidaridad; frente al despojo, colaboración.
Cuba, un país mestizo, heredero de los esclavos arrancados del África, encontraba de esta manera su forma de pagar la deuda con la humanidad, honrando a los incontables esclavos africanos que habían luchado y muerto tratando de alcanzar la libertad. Unido a lo anterior, confluía perfectamente con las ideas del socialismo y del internacionalismo proletario que profesaba la revolución cubana.
La victoria de las fuerzas hermanas de angoleños y cubanos significó un punto de quiebre en la historia reciente de África. Marcó el comienzo del fin del régimen racista de Sudáfrica, la independencia de Namibia y la consolación definitiva de Angola como estado independiente. Cuba se sentó por derecho propio en la mesa de negociaciones a pesar de las reticencias de los norteamericanos, dando una muestra de política exterior basada en la verdad.
Durante todo el tiempo de la misión militar en Angola, Cuba asumió todo el esfuerzo de guerra, enviando 300 000 cubanos, y echando su suerte con los oprimidos de la tierra. Más de 2 000 de sus mejores hijos no vieron el día de la victoria, y abonaron con su sangre la tierra africana.
Poco tiempo después, los restos mortales fueron repatriados en la Operación Tributo, que llevó a los municipios de donde procedían, en impresionante peregrinar, los mártires de una de las mayores gestas de internacionalismo jamás escritas.