Nuestra ciudad atesora una gran historia, en la que Emilio Roig de Leuchsenring tuvo un papel preponderante al ser nombrado, el 1ro. de julio de 1835, Historiador de La Habana. En su honor, se instituyó esta fecha como Día del Historiador.

El estudio y análisis de su obra confirman su trascendencia en la cultura nacional, en la que resalta la preocupación por la educación de los ciudadanos para interactuar con la rica herencia de tradiciones culturales, patrióticas y progresistas, heredadas del pensamiento revolucionario e independentista del siglo XIX.

Roig, defensor del patrimonio, etnólogo, maestro de historiadores, activista, periodista y soñador, nació en La Habana el 23 de agosto de 1889. No militó en ningún partido pero siempre estuvo comprometido con las causas justas y democráticas.

Desde que asumió esta responsabilidad se interesó por dar proyección popular a sus funciones. Inició la divulgación del conocimiento de la Historia de Cuba, para lo cual concibió la publicación de obras claras, sencillas y de distribución gratuita sobre temas históricos diversos, agrupada en la colección Cuadernos de Historia Habanera.

Mucho tuvo que ver con la fundación de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana en la Oficina del Historiador, obra que tomó como punto de partida la necesidad de fomentar el conocimiento de la historia de Cuba, mediante la socialización de importantes colecciones privadas donadas por sus propietarios.

En 1940 fundó la Comisión Nacional de Monumentos y Centros Históricos, canalizándose así su gran preocupación por preservar y dar a conocer la memoria del tesoro patrimonial y monumental de Cuba.

Destaca su labor en los Congresos Nacionales de Historia. En estos se estableció una interconexión entre cultura, educación e identidad a favor del desarrollo social y humano. También promovieron un mayor auge de los estudios históricos, difundir el conocimiento de la historia por el pueblo,más allá de los círculos de los especialistas, como reafirmación permanente de la fe cubana en la evolución histórica de la nación y el estímulo del patriotismo como expresión genuina de la cultura, la educación y la identidad de los cubanos.

Representó la tendencia más radical, frente a quiénes asumían posturas proimperialistas. La Intervención norteamericana en la Guerra del 95 fue un tema de gran importancia e interés en cada una de las sesiones; la postura de Emilio Roig siempre estuvo al lado de la tesis de que Cuba no debía su independencia a los Estados Unidos y en el Noveno Congreso Nacional de Historia presentó uno de sus más relevantes trabajos: Cuba No debe su independencia a los Estados Unidos.

Esta ponencia fue aprobada por unanimidad en el cónclave, que además recomendó al Ministro de Educación que se revisaran los programas y textos de Historia de Cuba para que en ellos apareciera claramente el hecho demostrado por Roig de Leuchsenring.

De igual forma, colaboró con las más prestigiosas publicaciones de la época, con numerosos artículos de temas costumbristas, históricos, políticos, judiciales, educacionales, que aparecieron en varios periódicos y revistas, entre ellos, Cuba Contemporánea, La Discusión, El Fígaro, Carteles, y Bohemia. Y también diversos libros acerca de la historia de Cuba.

Realizó un aporte significativo al conocimiento de la vida y obra de grandes figuras de la historia de Cuba. En sus escritos sobresale la pasión por el conocimiento y divulgación de la obra de Félix Varela, José de la Luz y Caballero, entre otros.

Roig visitaba frecuentemente el bufete de Fernando Ortiz y de José Antolín del Cueto; tuvo una amistad grande con Alejo Carpentier. A través de la Oficina del Historiador mantuvo un vínculo con los más selectos representantes de la cultura cubana del momento.

Cada semana se reunían prestigiosos historiadores como: Enrique Gay Calbó; José Luciano Franco; Hortensia Pichardo y su esposo Fernando Portuondo, quienes también ejercían el magisterio en el entonces Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora. Grandes personalidades del ámbito internacional también fueron recibidas por Roig a su llegada a La Habana, tales como Federico García Lorca y Ramón del Valle Inclán.

Según Eusebio Leal, actual Historiador de la ciudad, cuando Roig funda la Oficina del Historiador la crea con un sentido moderno. No va a ser ese viejo abogado o intelectual que en muchas ciudades es como el historiador que todo lo sabe y está ahí para toda la vida. Él lo estuvo, pero lo más importante es que le dio a su obra un sentido contemporáneo, de avanzada.

También se ha referido a su predecesor como un hombre apasionado y erudito “que fue abogado por una exigencia familiar, pero que amó el periodismo y lo cultivó amorosamente hasta el final. Fue un orador de tribuna, pero se convenció de que la palabra era movilizadora, útil, capaz de conmover piedras; pero que había que dejar impreso y en la estampa el pensamiento. Por eso el sistema de publicaciones de la Oficina del Historiador”.

En numerosas ocasiones, Leal ha expresado que el objetivo de la OHC no es formar élites, sino vanguardia. Un pensamiento que también ha tomado de Roig porque él fue un fundador y un creador de ideas, que le dio gran importancia a la necesidad de crear y fortalecer las instituciones, “por eso en la Oficina vemos esos museos que sirven como aulas, las bibliotecas públicas, la editorial Boloña, los programas de atención a niños, adolescentes y adultos mayores, las Rutas y Andares, los medios de prensa y otros tantos proyectos que se ejecutan en la zona más vetusta de la capital, los cuales no habrían sido posibles sin la inspiración intelectual de Roig”.


Referencias
La obra histórico-educativa de Emilio Roig de Leuchsenring. Por Yamilé Quintero Cabrera y Luis Ernesto Martínez González
Emilio Roig, el infante terrible de su generación (http://www.eusebioleal.cu/noticia/emilio-roig-el-infante-terrible-de-su-generacion/)
Enciclopedia cubana Ecured

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