El revolucionario Eduardo García Lavandero, quien muriera el 23 de junio de 1958 en La Habana, acribillado a balazos por las fuerzas represivas de la dictadura de Fulgencio Batista, tuvo una activa vida dedicada fundamentalmente a la lucha clandestina por la independencia de Cuba.

Había nacido el 5 de junio de 1922 en el poblado pinareño de San Cristóbal, como descendiente de un abuelo con grados de general mambí, luego la familia se traslada a Artemisa, donde Eduardo hizo los primeros estudios y comenzó el bachillerato.

Dejó inclusos sus estudios y matriculó en la Escuela de Aviación Civil. Después obtuvo el empleo de inspector marítimo en el Mariel. Posteriormente trabajó como agente del buró de Actividades Enemigas, y desde esa responsabilidad acusó de malversación a un ministro del régimen de Grau, por lo que fue despedido.

Desde el golpe del 10 de marzo abandona su hogar y su negocio, y comienza sus actividades conspirativas, es apresado, y al salir decide trasladarse a La Habana. Al continuar las persecuciones continúa su labor conspirativa en el exilio.

Junto a Evelio Prieto Guillaume se dio a la tarea de conseguir armas para introducirlas clandestinamente en la Isla. Debido a ello fue apresado en la cárcel del condado de Dade, La Florida. Ambos luchadores entraron en contacto con José Antonio Echeverría y se incorporaron al Directorio Revolucionario.

Entre sus acciones más significativas está su participación, junto a otros combatientes de la organización, en el audaz sabotaje a la agencia de ventas de auto Ambar Motors, en Infanta y 23, donde se almacenaban carros de la policía, logrando inutilizar la mayoría de los vehículos.

Se encontraba en Miami cuando el asalto al Palacio Presidencial, pero ayudó a los sobrevivientes que abandonaron el país por la persecución policial, y comenzó a crear las condiciones para traer a Cuba una expedición del Directorio, con vistas a la formación de un frente de lucha en las montañas del Escambray, la cual llegó a las costas cubanas de manera clandestina, el 8 de febrero de 1958. Entre los expedicionarios se encontraba Lavandero.

Constituido el frente guerrillero del Escambray, fue enviado, junto con otros miembros del Directorio, a la capital, donde lo designaron jefe de acción de la organización. Posteriormente, fue designado jefe del Directorio en el llano.

Recién había cumplido 36 años, cuando se encaminaba al edificio Washington, situado en las calles Jovellar y Soledad, y unos esbirros de la dictadura que vigilaban el inmueble le dieron el alto. Comenzó el tiroteo, y defendiéndose con su pistola, logró eludir a sus perseguidores. Herido en una pierna, se refugia en una tintorería de la calle Vapor, pero alguien lo delata.

Lavandero se batió a tiros con gran valentía y causó varias bajas a los agentes del régimen, pero estos eran superiores en número. Fue tal el ensañamiento contra el combatiente clandestino, que en su cuerpo había huellas de alrededor de 50 proyectiles.
Referencia
Enciclopedia cubana Ecured