Celia Sánchez Manduley, guerrillera de la Sierra y mano derecha del líder histórico Fidel Castro, falleció el 11 de enero de 1980. En su despedida de duelo, el doctor Armando Hart Dávalos, expresaba: “Celia era y será siempre para todos sus compañeros, la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana; la más entrañable de nuestras hermanas. La más autóctona flor de la Revolución”.
La destacada luchadora había nacido en Media Luna, de la actual provincia Granma, el 9 de mayo de 1920. Desde que acompañaba a su padre, el doctor Manuel Sánchez Silveira, a visitar a los enfermos en el municipio de Pilón, en los bohíos de los campesinos y trabajadores agrícolas, donde las mujeres daban a luz en camastros de paja y los recién nacidos eran mecidos en hamacas de yute, comprendió que aunque las obras benéficas aliviaban su situación, no resolvían los problemas sociales del país.
Por ello, se unió a la Ortodoxia de Eduardo Chibás, pero el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 acabó con la posibilidad electoral, por lo que decidió involucrarse con organizaciones de perfil insurreccional. En esa época, el fundador del Movimiento 26 de Julio en Manzanillo, Manuel Echevarría, la puso en contacto con Frank País y así quedó integrada al movimiento dirigido por Fidel.
Constituyó una figura fundamental en los preparativos de la expedición del yate Granma y del inicio de la lucha en la Sierra Maestra. En febrero de 1957 marchó al encuentro de la guerrilla dirigida por Fidel, en compañía de Frank País, Faustino Pérez y otros miembros del de la Dirección Nacional del Movimiento para coordinar el apoyo desde el llano. Además, llevó al periodista del New York Times, Herbert Matthews, hasta el lugar donde se encontraba Fidel para entrevistarlo y así desmentir la propaganda sobre su supuesta muerte.
Como integrante del pelotón de la comandancia, luchó en El Uvero. Fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde. Participó la creación del batallón femenino Mariana Grajales, que operaba en la zona de La Plata, Sierra Maestra, como apoyo a la retaguardia guerrillera. Y al triunfar la Revolución forma parte de la histórica Caravana de la Libertad que recorriera el país desde Santiago de Cuba hasta la capital, del 2 al 8 de enero de 1959.
Durante la Guerra de Liberación Nacional Celia se había dedicado a recopilar toda la documentación de la lucha en la Sierra Maestra desde 1956, lo que contribuyó a la creación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado en 1964.
De igual manera, mantuvo una participación muy activa en los momentos cruciales de la Revolución. Fue secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas.
A pesar de todas sus responsabilidades también dedicó tiempo a cuidar y educar a su hija adoptiva Eugenia Palomares Ferrales, en la actualidad Licenciada en Historia y Ciencias sociales; y otros tres niños considerados casos sociales, a quienes también les brindaba su atención.
Acerca de la vida con su madre una vez comentó a Tribuna de La Habana: “Vivir con Celia fue un placer inmenso y además, un proceso de formación, porque todo lo que soy y lo que aprendí se lo debo a ella. Nos enseñaba a cocinar; a comer adecuadamente, porque teníamos la costumbre de hacerlo con los platos en las manos. Nos inculcó el respeto a los maestros, que para ella eran sumamente importantes. Era una ferviente martiana, y aunque no hablaba mucho de Martí en la casa, se veía que dentro de ella había un Martí impregnado”.
“Me inculcó leer sobre él, Gómez, Maceo, de las tradiciones patrióticas. A ella le debo ser maestra y tener la capacidad de formar a las nuevas generaciones. Pienso que hay que tener a Celia muy presente porque fue una educadora y formadora de hombres y mujeres; y yo soy un ejemplo de ello”.
A su vez, Delsa Esther Puebla Viltres (Teté), eficaz colaboradora de Celia, como la calificara Fidel, manifestaba en una entrevista con Juventud Rebelde: “(…) Fidel y Celia me enseñaron que teníamos que preocuparnos por todas las víctimas de la guerra, sin importarnos en que bando estuvieran, porque los hijos no tenían la culpa de los errores de los padres. Por eso siempre tendré que agradecerles que hicieran de mí una mejor persona. Celia siempre atendió a los huérfanos, a las madres y las esposas. Esta es la historia que necesita todavía ser más conocida porque representa el sentido de humanidad y grandeza de la revolución en sentido general y, muy particularmente, de Fidel y de Celia”.
Referencias
Enciclopedia cubana Ecured (https://www.ecured.cu/Celia_Sánchez)
Celia, más allá de una hermosa tradición (http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2016-01-08/celia-mas-alla-de-una-hermosa-tradicion)
Recuerdos de una mamá ejemplar (Entrevista de Tribuna de La Habana a Eugenia Palomares Ferrales)