Según una las tantas leyendas el nombre del cacique Habaguanex dio origen al que hoy lleva la ciudad Real y Maravillosa. La locura de una india y su amor por un español, es otra de las historias alrededor de la génesis y misterios de la palabra que hoy reconocemos como la capital cubana. Un tercer mito, sin embargo, muestra a una nativa que, tras la llegada de intrusos, respondió, con vehemencia, que su nombre era Habana…

En Leyendas Cubanas, una recopilación de Salvador Bueno, está la siguiente historia. Quizás por el romanticismo con que el autor describió por qué La Habana lleva su nombre, es de todas las que más me conmovió.

“Érase una de esas mañanas que siguen a las tormentas, en que la vegetación recién lavada luce la brillante gama de su verdor, en que los pajarillos vuelan dejando oír sus dulces trinos y las aves canoras lanzan al aire las claras notas de sus gargantas privilegiadas, y las flores abren sus corolas a los tibios rayos del sol. La oficialidad había salido a recorrer la isla maravillosa, y viendo alzar las enhiestas coronas de un grupo de palmas reales, hacia ellas se dirigieron y… ¡oh! sorpresa: allí, en una peña, sentada la más hermosa india que imaginarse puede.

Su larga cabellera, negrísima como el azabache, parecía como un manto que cubría su bien formado cuerpo broncíneo, que ostentaba un brillo de metal bruñido porque en una casimba lo acababa de bañar, y en lo más alto de la peña se sentó a secar.

-¿Quién eres, bella indiana? le preguntaron.

-Habana -contestó dignamente.

-¿Cómo se llama este lugar?

-Habana -volvió a contestar.

-¿Quién es tu padre?

-Habanex -contestó orgullosa, y al parecer sin temor.

Los españoles estaban estupefactos ante tanta serenidad y tal belleza. La india sobre la peña parecía una estatua de bronce.
-¿Cómo te llamas, di?

-Habana -repitió claramente la indígena.

-Pues desde hoy este lugar se llamará la Habana.

La india hizo un gesto circular del contorno, repitiendo: -Habana, Habana -y tocándose el pecho como en el gesto de yo, repitió-: Habana.
Se dice que un oficial español perpetuó en un croquis a la hermosa aborigen sobre la roca y escribió: La Habana. Cuentan también que guiados por ese dibujo, tiempo después, la nativa se erigió en estatua y fuente, donde abraza y despide al sol en lo que hoy es el parque habanero La India.

Pero, ¿realmente cuál de las historias es verídica? No se sabrá, al menos a ciencia cierta. Genuino es, sin embargo, que La Habana es una ciudad que, con 500 años de fundada, no deja de embriagar, cautivar y enamorar a quienes residimos en ella, a los que no…