El 12 de octubre de 1492, las tres naves marítimas comandadas por Cristóbal Colón arribaron a la entonces isla Guanahaní, actual Bahamas. Meses antes habían salido de España para descubrir una nueva ruta comercial hacia las Indias, sin embargo llegaron a un continente para ellos desconocido, pero hermoso, bueno y vivo.
Así quedó inscrita esa fecha como el descubrimiento del Nuevo Mundo y el inicio de un proceso colonizador cuyo fin fue someter cultural y políticamente a los pueblos de la raza noble y limpia como escribiría luego Martí, para la apropiación de sus riquezas.
Pero ni tanto hubo de descubrimiento en el casual arribo, ni tanto de exterminio cultural. Por eso, el 12 de octubre buena cantidad de países latinoamericanos celebra bajo varias denominaciones (Día de la resistencia indígena, Día de la Raza o de la Hispanidad) el bramido constante de aquellas voces imposibles de callar.
Un rencor vacuo sólo podría hacernos avivar el resentimiento al recordar las muertes, los templos saqueados y las catedrales católicas sobre ellos erigidas, la depredación durante más de 500 años de los bosques o los recursos de la tierra.
Pero ciertamente, la riqueza intercultural de los pueblos americanos no podría ilustrarse hoy a cabalidad sin usar los colores español y africano. El primero vino a someter y el segundo a sufrir, pero porque la vida es hermosa dejaron ambos tantas cosas buenas en este lado del Atlántico: nuestro bellísimo idioma, la música, los bailes, la comida y este único sabor de ser tres en un solo continente. Entonces, el 12 de octubre no se alimentan las sombras de la dominación, sino se festeja el apretón de manos y el respeto a la diversidad entre dos culturas que, más allá de mirarse de cerca, se estrecharon en un abrazo, para siempre.
Acertado escrito que nos recuerda aceptar nuestro pasado, disfrutar quienes somos en nuestro presente y sonreír porque con esta maravillosa mezcla que somos los cubanos nuestro futuro debe ser fabuloso. ¡Excelente trabajo y sigan así!