Afirma Marta Rojas en un artículo publicado hace algunos años en el periódico Granma que fue Antonio López Fernández "Ñico" quien relató al Che, cuando se conocieron durante una estancia de ambos en Guatemala, todo lo relacionado con los hechos del 26 de Julio de 1953 y supo de la existencia de Fidel Castro, jefe del asalto al Cuartel Moncada, en la ciudad de Santiago de Cuba.

El cubano también puso en manos del médico argentino un ejemplar de la primera edición clandestina de La Historia me Absolverá que recogía el alegato de autodefensa de Fidel, durante el juicio que enfrentaron los moncadistas, tras el asalto de referencia. Y como es de suponer fue también Ñico López quien, en México, relacionó al Che con el joven abogado cubano y los futuros expedicionarios del Granma.

¿Pero quién era este joven habanero que tiempo después también se enrolaría en la expedición de la libertad?

En la barriada de La Lisa, perteneciente por aquella época a Marianao, nació Ñico el 2 de octubre de 1932 y quienes lo conocieron afirman que fue un niño inquieto y generoso, que con apenas diez años debe dejar la escuela para ayudar en el sostenimiento del hogar, por lo que solo cursa hasta el tercer grado de la enseñanza primaria.

Y así tiene que insertase en el mercado laboral reservado a los pobres. Múltiples ocupaciones desempeñaría el muchacho, desde la venta de billetes de lotería hasta la limpieza de pisos. Ya en su temprana juventud se vislumbraba su estirpe cuando inconforme con el trato que practicaban los dueños la tienda El Machetazo para con sus empleados decide abandonar el empleo.

Con apenas 15 años se incorpora a la juventud ortodoxa, tras la fundación del Partido del Pueblo Cubano (ortodoxo), con una activa participación en las secciones obreras y estudiantiles de esa agrupación política, oponiéndose siempre a los elementos más conservadores que trataban de ocupar el liderazgo con posterioridad a la muerte de Chibás. Para enfrentarse a ellos creó una fracción dentro del partido que se denominó Los de Abajo.

Mientras laboraba de cargador y casillero en el Mercado Único, ya se le conocía como activista o militante de la juventud del Partido Socialista Popular (comunista) y como muchos otros jóvenes de la época veía en la lucha armada la única manera de salvar a Cuba del oprobioso régimen que la gobernaba en aquella oscura década del 50.

Participa en la Manifestación de las Antorchas, en enero de 1953, en homenaje al centenario de nuestro Héroe Nacional José Martí, “ya como integrante de una célula del Movimiento revolucionario organizado por Fidel, con quien se relaciona desde el inicio de los preparativos del Moncada porque, aunque no era estudiante, concurría a la Universidad como otros jóvenes que protestaban contra el golpe militar del 10 de marzo de 1952, perpetrado por Batista en Columbia”, recuerda Marta Rojas.

Durante los preparativos de los ataques a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Fidel decidió que Ñico y Raúl Martínez fueran al frente de los hombres que atacarían este último.

Fracasado el ataque logra regresar a La Habana. Se asila en la embajada de Guatemala y como la orientación para los que lograron evadir la persecución desatada tras los sucesos era dirigirse a esa nación para apoyar las medidas populares de Jacobo Arbenz, amenazado por las bananeras norteamericanas y el gobierno de los Estados Unidos, hacia allá parte Ñico y permanece en la nación centroamericana por espacio de un año. Es bajo estas circunstancias que conoce al Che, pero ambos deben partir hacia México tras la caída de Arbenz, como resultado de la acción del gobierno imperialista del país norteño.

En enero 1955, Fidel, al conocer que Ñico pretendía regresar a Cuba en compañía del revolucionario Calixto García le orientó realizarlo públicamente y dejarse arrestar, para poner al régimen batistiano en una posición difícil facilitando la amnistía que ya exigía la población y le remitía un grupo de declaraciones públicas que debía enviar con su firma y la de Calixto a los diferentes medios de prensa nacionales.

El joven habanero se prestó a cumplir las orientaciones, pero la calamitosa situación económica que compartía con su compañero impide acometerla en breve plazo pues los que podían facilitarte el dinero para regresar a Cuba eran los elementos priístas, con los que no tenían ninguna relación.
Pasa semanas en gestiones infructuosas, y llegado marzo la situación se modifica radicalmente con la aprobación de la amnistía para todos los presos políticos en Cuba, a donde regresa y comienza a trabajar en la organización del Movimiento 26 de Julio. El 12 de noviembre de 1955 se consagró a la organización del Movimiento en zonas de las provincias de Oriente, comenzando por Manzanillo.

De su labor y actitud en aquellos años, expresó su amigo y compañero de lucha Raúl Castro: 

(...) basta recordar cómo lo vimos en una oportunidad con doscientos pesos del Movimiento incipiente en los bolsillos y verlo caminar cuadras y cuadras, por ahorrarle los seis centavos del pasaje al Movimiento; basta recordarlo haciendo esos recorridos con sendos agujeros en sus gastados zapatos cubiertos con un cartón, cosas que sabemos por convivir con él no porque las pregonase; basta recordarlo tomándose un café con leche, como único alimento, en cualquier cafetín habanero, al final de cada jornada, a altas horas de la noche, y teniendo en el bolsillo dinero del Movimiento; basta recordarlo emprendiendo dentro de cualquier reunión una crítica firme y fraterna contra todos los errores y debilidades que los demás pudiésemos cometer; y basta recordarlo irreductible, incorruptible, en la postura que mantuvo hasta el día de su muerte (...).

Perseguido por los cuerpos represivos de la tiranía, el ejemplo y la dirección de Ñico hacía crecer las acciones de las Brigadas Juveniles que con volantes daban a conocer la consigna lanzada por Fidel de que: "En 1956 seremos libres o mártires".

Más tarde partió hacia México para dedicarse al entrenamiento de los combatientes y a los preparativos de la expedición del yate Granma. Desembarca junto con el resto de los expedicionarios, el 2 de diciembre de 1956, por Los Cayuelos, muy cerca de la playa Las Coloradas.

Tras la dispersión de los revolucionarios al ser atacados por fuerzas del régimen batistiano llega hasta Boca del Toro, en la costa de la localidad de Niquero, donde el 7 de diciembre de 1956 a consecuencia de una delación, fue apresado por el teniente Julio Laurent, quien lo asesina cobardemente junto con los también expedicionarios Miguel Cabañas, José Smith, Tomás Royo y Cándido González.

Afirman algunos que fue Ñico López una de las figuras que despuntara con más madera de líder en pocos años, pero su temprana muerte impide al joven ver el triunfo de la Revolución a la que entregó su vida.

Referencias: Revista La Jiribilla. Por la provincia de Oriente de mano en mano. Publicado en sitio web Fidel, soldado de las ideas. Marta Rojas. Ñico López y Ciro Redondo. Granma Digital, 11 de marzo de 2014.
Enciclopedia cubana Ecured.