Vilma Espín es recordada por todos por ser la fundadora y presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Heroína de la República de Cuba y perseverante luchadora por la emancipación de la mujer y los derechos de la niñez. 

Nació en Santiago de Cuba en el seno de una familia rica, lo que no impidió que desde joven se sumara a la lucha revolucionaria. Su ingreso a la recién creada Universidad de Oriente, donde estudió ingeniería Química, marcó el inicio de una etapa decisiva en la consolidación de sus ideales. 

Después  del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, participó en manifestaciones estudiantiles y se convirtió en una inseparable colaboradora del líder revolucionario Frank País. Militó en las organizaciones fundadas por él y se sumó a las filas del Movimiento 26 de julio. Poco antes de su asesinato, este la nombró Coordinadora Provincial de la organización clandestina en la provincia de Oriente

Debido al acecho y la constante persecución a la que fue sometida, se incorporó al Ejército Rebelde, en junio de 1958. Así se convirtió en guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País y eficaz coordinadora del movimiento clandestino de Oriente. 

Después del triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, encabezó la unificación de las organizaciones femeninas, lo que conllevó a la fundación de la FMC, el 23 de agosto de 1960, a la cual se consagró hasta el final de su vida, el 18 de junio de 2007. 

Fue Diputada a la Asamblea Nacional desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado desde su constitución. Presidió, desde su creación, la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer, de la Asamblea Nacional del Poder Popular. 

Foto: Norma Ferrás Pérez

Alicia, su escolta por más de 30 años 

La Teniente Coronel de la Reserva, Alicia Martínez, su escolta y compañera de trabajo durante más de 30 años, la recuerda con mucho afecto y admiración, valorando no sólo sus cualidades como luchadora revolucionaria, lo cual manifestó en diálogo con Tribuna de La Habana: 

“A Vilma la adornaron muchas cosas, y no lo digo porque la quiera tanto y vea más cosas en ella. Sufría mucho por el dolor ajeno. Por eso creo que siendo una muchacha que nació en cuna de oro, decidió renunciar a todos sus privilegios y se jugó tanto la vida por nosotros, porque ella no tenía necesidad. Nació con esa aura, era inteligente, buena, y eso nos lo transmitía. (…) ¡Cuánto trabajó en las leyes!, en la de maternidad y de paternidad, en el código de familia. Inició el trabajo sobre educación sexual, respetaba a todas las personas independientemente de sus características. 

“Tuvo una vida muy intensa, trabajaba incansablemente porque quería hacer muchas cosas, y decía que no tenía tiempo. Estaba al tanto de cómo le iba a sus hijos en la escuela, si ella no podía ir, nos mandaba a nosotras, porque a pesar de todas sus ocupaciones siempre buscaba el tiempo para ser madre y ser esposa. Recuerdo como ella y el Jefe (refiriéndose a Raúl Castro), compartieron la dirección de este país, y cómo se amaban, él era un verdadero caballero en el trato con ella, y ha reconocido que era machista, y que Vilma lo cambió, o sea, que ella tuvo tiempo para ser madre, esposa, abuela, buena amiga, compañera. Sabía todo sobre nosotras. Entonces, esa es la huella, el recuerdo que nos dejó. Y por eso es el cariño y el amor que nosotras sentimos por Vilma”.

(Video cortesía de la Federación de Mujeres Cubanas, de La Habana)