Cada 18 de febrero se conmemora en Cuba el Día del Instructor de Arte, en homenaje al natalicio de la destacada Instructora de Teatro Olga Alonso González, quien nació ese día de 1945, en el habanero municipio de San Miguel del Padrón.
Al triunfar la Revolución, en 1959, estudiaba en la escuela de Comercio de Ayestarán y se incorpora a la recién creada Asociación de Jóvenes Rebeldes. En abril de 1961, ingresó en la Escuela Nacional de Instructores de Arte, donde el 6 de septiembre de 1963 se graduó, en la especialidad de Teatro, como Primer Expediente. Además de teatrista, tenía grandes condiciones como intérprete de danza moderna y una gran pasión por la literatura.
En 1960, el líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, había hecho un llamado para que los jóvenes se incorporaran a la tarea de enseñar el arte en las granjas y cooperativas de todo el país, así que ella consideró que era donde debía probar sus fuerzas e ir a enseñar y a la vez aprender y crecer como ser humano, junto a los hombres del campo.
Como parte de su trabajo, en Fomento, Villa Clara, creó grupos de aficionados integrados por niños y adultos, entre ellos, los nombrados Vladimir Maiakovski, Folclore, Chaplin, Ismaelillos y Pantomimas. También realizó campañas de buen hablar entre los campesinos, propició la creación de los Consejos Populares de Cultura, se integró como maestra en las aulas de seguimiento, desarrolló a los jóvenes con mayores posibilidades como monitores y fundó bibliotecas.
Dicen que a pesar de trabajar distante de su familia y en condiciones difíciles, la multifacética joven se sentía feliz. Desde su llegada a la granja Mártires de Fomento, en la antigua provincia de Villa Clara, su fructífera y breve existencia se vinculó a la cultura, en especial a la enseñanza artística.
Lamentablemente, el día 4 de marzo de 1964, el vehículo en que viajaba para poder llegar donde un grupo de campesinos a impartirles clases, sufrió desperfectos y se volcó; ella murió instantáneamente con solo 19 años.
La pasión que desbordaba a la hora de trasmitir el amor por el arte a los campesinos de la zona donde trabajaba y sus resultados, constituyen su mejor legado a las nuevas generaciones de instructores de arte que tienen por delante el reto de nuevas aspiraciones artísticas y culturales al servicio del país.
En una entrevista realizada a su mamá, Olga González, dijo: “Olguita desde chiquita siempre tuvo su vocación bien definida por el teatro. Me alegré cuando escogió la escuela de Instructores de arte, porque era lo que ella quería y cuando yo la veía haciendo con los muchachos las obritas, me decía a mí misma que quizás sería maestra, le gustaba mucho enseñar. No era una muchacha cualquiera. Rebosaba ganas de vivir: dinámica, imaginativa, pícara, muy sensible, alegre y, a la vez, con un carácter asombrosamente maduro para su edad”.
Labor de los instructores de arte en Cuba
Es un profesional de la Cultura cuyo encargo social es el desarrollo de procesos de apreciación, creación y promoción del arte y de la literatura en la población, mediante la realización de talleres de acuerdo a su especialidad. Además, debe atender a los artistas y escritores aficionados.
No sólo debe poseer un sólido nivel técnico artístico, sino además una marcada vocación por el trabajo social ya que debe ser capaz de incitar a la acción, impulsar, estimular y orientar intereses y aficiones, debe propiciar el diálogo entre las personas y contribuir al fortalecimiento de sus sentidos de pertenencia e identidad cultural local y nacional y, por ello, contribuir a su enriquecimiento espiritual y a la elevación de su calidad de vida.
También debe estimular, promover y educar el gusto estético de la población, formar receptores conocedores, es decir, formar públicos y, al hacerlo, no sólo estimular y promover la participación activa de la población en sus procesos culturales, sino trabajar por la identificación, preservación y promoción del patrimonio cultural inmaterial y de la cultura popular y tradicional a partir del respeto a las identidades locales y a la diversidad de sus expresiones y procesos creativos.
La Casa de Cultura y los centros docentes de todos los tipos y niveles de enseñanza constituyen su esfera propia y natural. Debe ejercer una función artístico-pedagógica en la comunidad ya que estimula, promueve y desarrolla procesos participativos a partir de las manifestaciones artísticas y literarias en función de la educación de la ciudadanía.
Referencias
- Enciclopedia cubana Ecured
- Indicaciones metodológicas para el Sistema de Casas de Cultura