Este 4 de febrero, cuando se cumplieron 100 años del natalicio de Fernando Chenard Piña, combatiente revolucionario y luchador antibatistiano, los jóvenes lo recuerdan por el ejemplo de desinterés y generosidad legado a las futuras generaciones.
Chenard fue de aquellos jóvenes que quitándose lo poco que tenían fueron reuniendo el dinero necesario para comprar las armas y los uniformes, y garantizar los preparativos para el inicio de la lucha. En su caso, vendió todos sus aparatos de fotografía para entregar el dinero a la causa revolucionaria.
El modo en que lo hicieron evidenció, una vez más, la calidad moral de estos jóvenes luchadores, pues hicieron grandes sacrificios. A los 34 de años de edad, Chenard hizo certera la frase de que “morir por la patria es vivir”. Hoy, tenemos la convicción de que su muerte no fue en vano, porque como dijera nuestro Héroe Nacional: “Cuando se muere// En brazos de la patria agradecida// La muerte acaba, la prisión se rompe;// Empieza, al fin, con el morir la vida”.
Al desandar la carretera de Santiago de Cuba a la granjita de Siboney y detenernos en el monumento 23, nos podemos percatar de una obra que enaltece a los compatriotas que murieron o fueron asesinados aquel 26 de julio de 1953, o en los días siguientes, y a otros que cayeron en combate durante la lucha insurreccional.
Fernando Chenard Piña, es de aquella histórica Generación que tomó el cielo por asalto cuando quizás parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario. Chenard trabajó en cine y en una bodega y posteriormente se desempeñó como fotógrafo. Participó directamente en el ataque al Moncada, causa por la cual fue asesinado.
El monumento, que el combatiente revolucionario comparte con Marcos Martí y Elpidio Sosa, fue esculpido por la arquitecta Maritza Verdaguer Pubillones. La obra original, al igual que las otras que componen el sitio, al decir de Gerardo Mosquera, autor del prólogo del libro Julio 26: Monumentos en la carretera de Siboney, de Augusto Rivero Mas, es horizontal, pegada a la realidad de la tierra, busca quedarse al nivel de la gente, denota el espíritu de las personas homenajeadas y el ideal popular de su gesta.
