Considerado por su majestuosidad como una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, el Túnel de la Bahía de La Habana continúa como una de las principales rutas de transporte desde hace ya 56 años.
Su construcción estuvo a cargo de la empresa francesa Societé des Grands Travaux de Marseille y el ingeniero cubano José Menéndez Menéndez, entre los años 1957 y 1958. Al inaugurarlo, se facilitaba la comunicación con la zona este de La Habana, que antes se realizaba transitando por más de 20 kilómetros al bordear la bahía por carreteras muy estrechas.
El túnel se encuentra a una profundidad aproximada de entre 12 y 14 metros y se extiende a lo largo de 733 metros. Los constructores de esta majestuosa obra tuvieron jornadas muy difíciles, trabajando bajo el agua con equipos especiales. Para su construcción y óptimo funcionamiento, se diseñó un sistema de tubos de hormigón reforzado con capacidad de soportar el peso de grandes toneladas de agua.
Para seguridad de la población y de los vehículos que transitan por él, cuenta con un sistema de protección contra incendios, iluminación y ventilación interiores adecuados, así como compuertas de seguridad contra ras de mar.
Posee 13,40 metros de ancho, con cuatro pistas para el tráfico de 3,35 metros cada una. Está favorecido por la comunicación, pues cuenta con un tendido telefónico con siete teléfonos conectados en serie para uso de los técnicos o casos de emergencia.
Es un medio para el transporte terrestre seguro y eficiente, pues cuenta con el equipamiento necesario para soportar el peso de las toneladas de agua que le pasan por encima. Además, le ahorra un considerable tiempo a los conductores que manejan del centro de la ciudad al este durante segundos por el túnel, quienes por el contrario, de bordear la bahía, les tomaría casi una hora de viaje.
El túnel constituye una fácil vía de acceso para los que se trasladan del Centro Histórico hacia las playas del este, uno de los grandes atractivos turísticos de la capital. Además, le permite a las más de 100 000 personas que viven en ese lado de la ciudad, comunicarse fácil y rápidamente con el centro de la urbe.
Un indiscutible ejemplo de la seguridad del Túnel de La Habana lo constituye el hecho de que en su medio siglo de historia no ha ocurrido ningún accidente por derrumbes o filtraciones de agua.
Recientemente tuvo su primera reparación, durante la cual el tráfico de vehículos fue mayor por las vías adyacentes. Se llevó a cabo un proceso de impermeabilización y se corrigieron las fallas que el tiempo le fue atribuyendo a esta obra. Además, se levantó un poco más la vía de salida al Malecón, previendo futuras inundaciones en temporadas ciclónicas.