La forma y el contenido coinciden en representar a una ciudad que es mezcla de gente, aromas y sabores, que se han conformado de las historias personales, alegres, neutrales o tristes de millones de personas a lo largo de cinco siglos. Ser una Habana líquida se propuso el Havana Club 1519.

Presentado el 7 de noviembre en el hotel Packard, este producto exclusivo, con apenas 500 botellas –los años de la ciudad-, es el homenaje de la empresa mixta Havana Club International (HCI) al medio milenio de La Habana.

A la presentación asistieron Crhistian Barré, director general de Havana Club International (HCI); Ahmed Álvarez Tejo, director de marketing Cuba de HCI; el Primer Maestro del Ron Juan Carlos González y los Maestros Salomé Alemán, Asbel Morales y Manuel Calderón, principales creadores del Havana Club 1519.

Según Barré, se trata de 500 botellas de cristal soplado, numeradas, “en una caja de madera que por sus detalles recuerda elementos de la arquitectura habanera y puertas de hierro forjado que se pueden apreciar en algunos edificios de la ciudad”.

A su vez, destacó, la botella, femenina en sus formas, es también un guiño a la historia de la ciudad y al emblema de la marca: la Giraldilla.

De acuerdo con Álvarez, de las 500 únicas botellas producidas, Cuba dispondrá de unas 50, para distribución y comercialización dentro de fronteras, fundamentalmente en licoreras especializadas y hoteles de alto estándar, como Packard, Prado y Malecón, Kempinski, Parque Central, “para un segmento coleccionista, conocedor del buen ron cubano”.

Larga historia

La idea inicial surgió hace 20 años, cuando se creó un ron para conmemorar el 480 aniversario de La Habana, recordó el  Primer Maestro del Ron cubano, Juan Carlos González.

Un accidentado camino los trajo hasta aquí: “parte de ese producto se regresó a los barriles, para esperar que llegara el 485 aniversario, cuando llegó el 485  se sacó ese producto y se mezcló con otras bases añejas y se fabricó el ron para conmemorar el 485 aniversario, como ya teníamos la idea, hicimos suficiente cantidad de producto para entregar el volumen que se nos solicitó para conmemorar el 485 aniversario y dejar un poco en barriles para esperar el 490.

Nunca les solicitaron rones para el 490 y el 495 aniversario, pero en cada ocasión se conservó y mezcló con otras bases muy añejadas. “Cuando se fue acercando la conmemoración del aniversario 500 de La Habana, mezclamos lo que habíamos preparado para el 500, lo mezclamos con otras bases añejas, luego se le dio el finish en un barril muy particular, donde descansó unos meses, para que redondeara sus propiedades sensoriales”, describió.

“No es nada más que el resumen de esa herencia cultural que ha venido transmitiéndose de generación en generación por lo que el producto en sí es único e irrepetible”, sentenció.

El 1519, que enlaza la cultura ronera con añejamiento continuo, “es exclusivo, único e irrepetible y tiene un valor sensorial tan armonioso que lo hace diferente a los demás rones añejos que ha producido la industria ronera cubana”.

Por su parte, la Maestra Salomé Alemán, consideró el aporte de los maestros a “esta cultura que representamos, a esta ciudad tan interesante y maravillosa, nombrada maravilla, toda esta mezcla de aspectos culturales, políticos, sociales e históricos y también un pequeño  mensaje mediante percepciones sensoriales, aromas y sabores”.

Para Morales, el sentido era representar La Habana, lo viejo y lo nuevo, perfectamente combinado, no solo por fuera, sino también en el líquido. Esta propuesta de extra añejo “tenía que representar desde el punto de vista de su presencia, pero también en ese sabor, intenso, complejo, pero delicado y fácil de beber. Se siente en la boca y perdura, ese es el 1519”.

A juicio de Calderón, fue un reto interesante y los apuntes del encuentro con Eusebio Leal ayudaron mucho a comprender la característica de esta gran  ciudad y de las personas que la habitan y las que todos los días transitan por ella.